“SARS-CoV-2: La Ciencia como tratamiento fundamental contra la pandemia” Artículo de Jesús Pérez López
Hace 4 meses, en diciembre, empezó la noticia de un nuevo virus en China, hace casi 2 meses, desde el 11 de marzo, vivimos bajo la sombra de la primera pandemia de nuestro tiempo. Y como siempre en tiempos oscuros, las teorías, las ideas sin sentido, el miedo y la mentira directa empañan nuestros sentidos, haciendo que todo caiga bajo la
oscuridad de unas tinieblas que creíamos ya pasadas y que no se basan más que en la superstición, el miedo y grandes dosis de absurdez. Y frente a este retroceso basado en la pseudociencia y en la imaginación, nos toca ser más rigurosos, más explicativos, más científicos. Y no, la tierra no es plana, las antenas no propagan el SARS-CoV-2 y
tampoco existen los unicornios.
Los coronavirus son una familia bastante amplia de virus que pueden originar diferentes enfermedades entéricas y respiratorias, con distintos niveles de gravedad, desde el resfriado común a enfermedades mucho más graves como el síndrome respiratorio de Oriente Medio (MERS-CoV) o como el síndrome respiratorio agudo severo (SARS-CoV).
La similitud genética puede clasificarse en diferentes grupos. Los coronavirus “humanos” fueron descubiertos y aislados en la década de 1960, desde entonces se han encontrado varias cepas distintas: coronavirus humano 229E, coronavirus humano OC43, SARS-CoV, coronavirus humano NL63, coronavirus humano HKU1 y MERS- CoV. Y en todos ellos la historia ha sido la misma, el contagio animal-humano.
Mediante estudios genéticos se ha encontrado que el primer, o al menos más reciente, ancestro común de los coronavirus data del siglo IX a.C, gracias a la continuación de estas investigaciones se ha podido datar los ancestros comunes de diferentes géneros de coronavirus.
Como también decía en un artículo anterior el principal problema de la enfermedad del COVID-19 es que es capaz de sobrepasar los sistemas sanitarios, incluso de los países del centro imperialista, ya en decadencia, motivo por el que se ha hecho necesario tomar estas medidas de confinamiento. Y en este periodo de encierro se han caído las caretas de muchos, se ha demostrado la necesidad y la eficacia del socialismo y lo destructivo del sistema capitalista, a los que algunos llaman neoliberalismo, y también se han inventado múltiples teorías, cada cual más ridícula e irracional que la anterior. Por ello, es necesario recurrir a la ciencia, que nos trae los últimos avances sobre este nuevo virus.
La tasa de mortalidad media actual se sitúa entre 0,6 y 3,5 % (Hauser et al., 2020), sin embargo, presenta una alta variabilidad en función del rango de edad. Siendo la tasa general de letalidad en personas de más de 70 y de más de 80 años de un 50,8 % y estando en esta franja de edad el 14,8 % de las muertes causadas por Covid-19. El número básico reproductivo se ha estimado en 2,68, aunque modelos matemáticos han estimado R 0 en 5,7, siendo la principal vía de contagio las gotitas que infectan el cuerpo humano a través del tejido epitelial conjuntival humano, como nariz y ojos (Li et al.,2020).
El genoma de ARN del virus SARS-CoV-2 está formado por 11 ORFs (fases abiertas de lectura) con una longitud completa de 29.903 bp (pares de bases). Su estructura es muy similar al genoma del SARS-CoV. Un gen grande, que codifica para una replicasa, está seguido en el genoma por 4 genes que codifican proteínas estructurales: S (proteína de las espigas), E (proteína de la envuelta), M (proteína de membrana) y N (proteína de la nucleocápside). Las 6 ORF restantes codifican para otras proteínas y sus secuencias difieren más de SARS-CoV. El alineamiento de las secuencias genómicas ha permitido determinar que el SARS-CoV-2 (Covid-19) tiene 79% y 50 % de identidad con SARS-CoV y MERS-CoV, respectivamente, mientras que tiene un 96,3 % de identidad con un coronavirus de murciélagos. Los estudios filogenéticos realizados indican que el Covid-19 provendría de una familia de coronavirus de murciélagos (Bat-CoVRaTG3, Bat-SARSr-CoV-ZC45, Bat-SARSr- CoV-ZXC21), lo que permite determinar que son los murciélagos el huésped original de este virus. Si bien es cierto, tuvo que haber una especie intermedia antes de comenzar a transmitirse entre las personas. Los análisis genéticos iniciales sugirieron al pangolín como especie intermedia, sin embargo, esto aún no ha sido confirmado con los datos de los nuevos estudios realizados sobre genomas de coronavirus presentes en pangolín. Por tanto, todavía no pueden descartarse otras posibles especies intermedias. Estudios han demostrado que el SARS-CoV-2 puede infectar gatos y hurones, pero no o al menos más difícilmente perros, cerdos, pollos y patos. Lo que si han dejado claro los estudios es que el Covid-19 viene de un mismo ancestro y que se originó en un periodo corto, debido a la poca heterogeneidad encontrada inicialmente (Li et al., 2020).
“Los estudios filogenéticos realizados indican que el Covid-19 provendría de una familia de coronavirus de murciélagos (…), lo que permite determinar que son los murciélagos el huésped original de este virus. Si bien es cierto, tuvo que haber una especie intermedia antes de comenzar a transmitirse entre las personas.”

Infección y respuesta esquematizada del SARS-CoV-2. Fuente: Li et al., 2020
Los estudios indican que la proteína S interactúa con el receptor ACE2, lo que permite la entrada en la célula. Esta interacción es bastante más fuerte para el Covid-19, que para el virus SARS-CoV, lo que explica en parte su alta capacidad de transmisión. El receptor ACE2 es una proteína de membrana tipo I expresada altamente en pulmones, esófago superior y células de epitelio estratificado, intestino, enterocitos absorbentes de íleon y colon, colangiocitos, células miocárdicas, riñón proximal, células del túbulo y testículo, y, en consecuencia, serán estas células las que podrán ser infectadas por el Covid-19. Y esto explica gran parte de los síntomas causados: fiebre, debilidad, tos seca, dolor muscular y disnea, pudiendo aparecer otros síntomas como náuseas o vómitos, diarrea y mareos (Li et al., 2020).
Los principales efectos se localizan en los pulmones. El Covid-19 provoca daño difuso alveolar bilateral con exudados de fibromixoides celulares. Se han observado infiltrados inflamatorios mononucleares intersticiales dominados por linfocitos en los pulmones y en las células multinucleadas sincitiales con neumocitos atípicamente grandes y caracterizados por un gran núcleo, gránulos amorfos en el citoplasma y nucleolo prominente. El Covid-19 también puede infectar las células del sistema cardiovascular, donde ACE2 también es expresado como veíamos antes, lo que explica que en pacientes con problemas cardiovasculares la infección puede derivar en severas complicaciones, a lo que habría que añadir las lesiones causadas en el tejido cardiovascular debido a la dificultad respiratoria y a la hipoxia generadas por la neumonía. También se ha encontrado dificultades asociadas a problemas renales, puesto que como también vimos antes, el receptor ACE2 también se expresa en las células de los túbulos renales (Li et al., 2020).
“El nuevo coronavirus ha causado la primera gran pandemia de nuestro tiempo, provocando un colapso económico, social y político que por ahora solo hemos empezado a observar”
Otro punto a tener en cuenta son los efectos de una situación de confinamiento causado por la pandemia sobre la salud mental de la población, una salud mental que, por otra parte, ya estaba en franca decadencia debido al avance del capitalismo. El confinamiento puede inducir cansancio físico y mental, insomnio, ansiedad, miedo, ira, confusión, frustración, síntomas de un estrés postraumático que podría ser duradero y de gran alcance, a lo que se debe añadir el agravamiento de la salud mental causado por los problemas económicos, que en muchos casos llevan a situaciones insostenibles (Santos, 2020).
Desde que en diciembre de 2019 el virus SARS-CoV-2, comúnmente llamado Covid-19 o coronavirus, pasó de animales a humanos y comenzó a transmitirse entre personas, la pandemia ha afectado a prácticamente todo el mundo, habiéndose detectado casos en más de 180 países, llevando a medidas de confinamiento a millones de
personas. El nuevo coronavirus ha causado la primera gran pandemia de nuestro tiempo, provocando un colapso económico, social y político que por ahora solo hemos empezado a observar. A fecha de 12 de Mayo 2020, existen más de 4168472 personas infectadas por el virus SARS-CoV-2 y más de 287.773 personas han muerto en todo el mundo, con 1468.622 personas recuperadas.

Mapa de distribución global de casos de SARS-CoV-2. Fuente: https://www.google.com/covid19-map/?hl=es
La dinámica de transmisión del SARS-CoV-2 a largo plazo dependerá de múltiples factores como su grado de variación estacional en la transmisión, la duración de la inmunidad y el grado de inmunidad cruzada entre éste y otros coronavirus. Evidentemente, también dependerá de la capacidad de los estados para actuar de una
forma rápida y tomar las medidas necesarias frente a nuevos rebrotes. Evidentemente, esto supone un problema severo para países donde impera el libre mercado y donde el mecanismo de regulación más importante es la mano invisible de éste, si a esto añadimos que son países cuyas economías se habrán visto mermadas tras el primer
choque pandémico, la respuesta a futuro también podría hacerse tarde y con poca contundencia, lo que agravaría la situación de esas probables olas. Dos aliados se hacen necesarios con urgencia: una inversión pública sin precedentes en ciencia y la economía planificada del socialismo, dos caras de una misma moneda.
En este sentido, la previsión de futuras olas pandémicas de este nuevo coronavirus es una de las ramas de investigación sobre el mismo. Los modelos de transmisión del SARS-CoV-2, basados en estudios realizados con los datos de estacionalidad, inmunidad e inmunidad cruzada de otros β-coronavirus como el OC43 y HKU1, permiten proyectar futuros brotes tras esta primera onda pandémica, sobre todo en otoño-invierno, por lo que medidas de distanciamiento social intermitentes podrían ser necesarias hasta 2022, antes de alcanzar una inmunidad colectiva. Sin embargo, en esta misma investigación anunciaban la necesidad urgente de desarrollar estudios serológicos más extensos para determinar si el cuerpo humano es capaz de producir anticuerpos que confieran inmunidad frente a esta infección, así como la duración de esa posible inmunidad. Puesto que en función de esto, podríamos encontrar que si la inmunidad es permanente el SARS-CoV-2 podría desaparecer o convertirse en residual; si la inmunidad permaneciese durante dos años la transmisión podría ser residual durante casi 3 años con un posible rebrote en 2024; si la inmunidad no es permanente el SARS-CoV-2 podría permanecer en circulación a largo plazo como otros coronavirus con patrones anuales, bianuales o esporádicos durante los próximos 5 años. Como puede verse la variedad de los escenarios es importante, de ahí la urgencia de la profundización en estudios serológicos y en conocimientos, en general, sobre este virus y también de mantener la vigilancia frente a posibles brotes hasta 2024 (Kissler et al.,2020).
Los métodos de detección empleados consisten en la detención de los ácidos nucleicos víricos para lo que se utiliza la técnica de PCR a tiempo real (RT-PCR) con lo que se amplifica una secuencia específica del genoma de ARN del virus, concretamente se recomienda detectar las secuencias de los genes ORF1ab y N, al ser secuencias conservadas y específicas de este nuevo coronavirus. También se puede determinar la infección por Covid-19 mediante la detención de anticuerpos en la sangre de los pacientes, lo que da información sobre la etapa de la infección en la que se encuentra el paciente (Li et al., 2020).
En cuanto a los tratamientos frente al Covid-19 encontramos el uso de fármacos antivirales que pueden ser inhibidores de las proteasas víricas (Lopinavir/Ritonavir y Disulfiram), análogos de nucleósidos virales como el Favipiravir usado contra el Ébola, el Remdesivir usado contra el VIH y agentes que interrumpan la interacción virus-huésped, como Cloroquina, Arbidol o Nitazoxamide. Sin embargo, evidentemente estos tratamientos se están usando de forma experimental, ante la falta de conocimiento frente a un virus que acaba de llegar a nuestras vidas. En este sentido, también se está investigando la terapía del plasma convaleciente o de inmunoglobulinas, que consiste en
hacer transfusiones de plasma procedentes de pacientes que ya han superado la enfermedad a pacientes con Covid-19 (Li et al., 2020)
“Hoy en el mundo se están estudiando 86 posibles vacunas frente al nuevo coronavirus”
Sin embargo, la mayor esperanza para acabar con la pandemia es la producción de una vacuna segura y efectiva contra el SARS-CoV-2. Según, la OMS hoy en el mundo se están estudiando 86 posibles vacunas frente al nuevo coronavirus incluyendo vacunas de ADN, ARN, vector adenoviral y proteínas recombinantes, 6 de estas se encuentran ya en pruebas clínicas. Una vez se haya conseguido una vacuna que demuestre su eficacia, se hará necesario que pase severos controles de seguridad y finalmente, tendrá que ser producida en masa. Esto requerirá tiempo y es la única forma de garantizar poder acabar con la pandemia, puesto que implica la adquisición de inmunidad a la mayoría de la población, sin exponer a riesgo de muerte a miles de personas (Li et al., 2020).
En este tiempo los gobiernos deberían ir preparándose para la toma de medidas frente a posibles repuntes de la enfermedad, medidas rápidas y contundentes que antepongan la vida de la clase trabajadora a la economía, pero para ello necesitamos gobiernos que recuerden que somos nosotros, la clase obrera, la que crea las riquezas y no al revés. Que, si la gran burguesía y el capital financiero exigen que trabajemos, está claro que es porque ellos existen y tienen grandes capitales debido a nuestra fuerza de trabajo. Nosotros, en este tiempo, también tenemos un gran papel, ser responsables, reaprender a cuidarnos y a cuidar, reestablecer los lazos de compañerismo, solidaridad y fraternidad que nos permitirán resistir y enfrentarnos al enemigo común. Y también debemos seguir formándonos y formando para luchar contra la mentira, contra las conspiraciones sin sentido y las ideas absurdas, para combatir los unicornios de un mundo de fantasía que no existe y para dar luz entre tantas oscuridades, porque solo la
verdad es siempre revolucionaria.
Autor:
Jesús Pérez López
Graduado en biotecnología por la Universidad Pablo de Olavide. Máster en biología avanzada: investigación y aplicación en la línea de biología aplicada e industrial por la Universidad de Sevilla. Doctorando en fisilogía vegetal en la facultad de biología de la Universidad de Sevilla
Puedes seguir a Jesús Pérez López a través de twitter: @rocaroja_jpl
Bibliografía
– Kissler S. M., Tedijanto C., Godstein E., Grad Y. H., Lipsitch M., 2020.
Projecting the transmission dynamics of SARS-CoV-2 through the
postpandemic period. Science, 14 de abril, 2020. DOI: 10.1126/science.abb5793
– Hauser A., Counotte M. J, Margossian C. C., Konstantinoudis G., Low N.,
Althaus C. L., Riou J., 2020. Estimation of SARS-CoV-2 mortality during the
early stages of an epidemic: a modelling study in Hubei, China and northern
Italy. medRxiv .doi:10.1101/2020.03.04.20031104
– Santos C. F., 2020. Reflections about the impact of the SARS-COV-2/COVID-
19 pandemic on mental health. Braz. J. Psychiatry. doi:10.1590/1516-4446-
2020-0981
– Li H., Liu Z., Ge J., 2020. Scientific research progress of COVID-19/SARS-
CoV-2 in the first five months. J. Cell Mol. Med. DOI:10.1111/jcmm.15364
– https://www.bbc.com/mundo/noticias-52129984
– https://www.rtve.es/noticias/20200425/mapa-mundial-del-
coronavirus/1998143.shtml
– https://elpais.com/sociedad/2020/04/09/actualidad/1586437657_937910.html
Autor
Graduado en biotecnología por la Universidad Pablo de Olavide.
Máster en biología avanzada: investigación y aplicación en la línea de biología aplicada e industrial por la Universidad de Sevilla.
Doctorando en fisiología vegetal en la facultad de biología de la Universidad de Sevilla.
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