Crisis de la izquierda en el cine de la crisis capitalista: La crisis del militante y la crisis del fantasma. Nostalgia, individualismo y fragmentación.
El cine ha sabido retratar muy bien los momentos de crisis. Actualmente inmersos en una crisis capitalista del sector financiero son muchas las películas que intentan reflejar los orígenes y las consecuencias de la misma. El sistema capitalista ha sido puesto en cuestión por muchos directores. La izquierda no se ha quedado atrás a la hora de ser analizada o criticada desde el séptimo arte, grandes autores como Bertolucci o Costa Gavras, entre muchos otros, han combatido, cada cual a su estilo, los relatos hegemónicos de nuestro sistema actual pero a la vez han narrado la historia de los que luchan, historias de revolucionarios. La historia de lo que el imaginario colectivo reconoce como izquierda. Son muchas las películas que desde la propia izquierda han colaborado en este análisis, y la autocrítica de nuestro lugar en el mundo y en las luchas es un tema que afortunadamente nunca ha desaparecido.
“La guerra la perdimos hace rato. Cómo será que los que ganaron, los dueños del mundo, hasta permiten que exista la izquierda. ¿Por qué? Porque no jode a nadie” nos decía el personaje de Federico Luppi en Lugares Comunes de Adolfo Aristarain (Argentina, 2002).
Pero ha llovido mucho desde 2002, una crisis capitalista del sector financiero empezó a acompañarnos cinco años después, la crisis de la izquierda revolucionaria empezó a convivir con la crisis del sistema que siempre trató de erradicar.
Muchas películas se han filmado desde entonces y muchas de ellas han abordado estas cuestiones. Desde aquí pretendemos analizar cómo se ha plasmado la crisis de la izquierda durante la crisis capitalista a través de dos películas recientes: La nieves del Kilimanjaro de Robert Guédiguian (Francia, 2011) e Hilda de Andres Clariond (México, 2014).
Las nieves del Kilimanjaro. La crisis del militante.
“A lo sumo va a ser una actitud moral que no va a salir de la esfera privada” (Lugares Comunes A. Aristarain)

Escena del sorteo sindical para el despido de trabajadores. Las nieves del Kilimanjaro, Robert Guédiguian (Francia, 2011)
¿Cómo aceptar qué te has convertido en eso tras una vida de lucha, de lecturas y de compromiso?
Una familia de clase trabajadora comprometida política y sindicalmente es atacada por dos hombres armados que les golpean y roban en una cena con amigos en casa. A partir de ahí todos sus valores entran en cuestión y sobre todo su propio sentimiento de pertenencia a una lucha mayor comienza a tambalearse. De telón de fondo la crisis capitalista y su incidencia en la clase obrera francesa (sobre todo en el sector productivo), la crisis del sindicalismo pactando mínimos con la patronal sin dar combate y la crisis de la “clase media” esa suerte de aburguesamiento por mejoras salariales de los trabajadores en los países del centro del imperio y que lleva con frecuencia a alejarse de la conciencia de clase para ser individuos o cómo máximo familias que luchan solas por sobrevivir y salir adelante. ¿Cómo aceptar qué te has convertido en eso tras una vida de lucha, de lecturas y de compromiso?
Hilda. La crisis del fantasma.
“Ya no es más una amenaza revolucionaria es más un pin, un grafitti. Pura nostalgia.” (Lugares Comunes A. Aristarain)

Cartel promocional de Hilda, Andres Clariond (México, 2014)
La señora Lemarchand pregunta a Hilda, su empleada doméstica, “¿Conoces a Karl Marx?”
La señora Lemarchand pregunta a Hilda, su empleada doméstica, “¿Conoces a Karl Marx?” La nostalgia de la protagonista por un pasado “revolucionario” en la universidad en el 68 sirve de hilo conductor mientras el capitalismo avanza en el salón de su casa a través de los negocios de su marido; mientras los estudiantes son torturados y detenidos por intentar plasmar la hipocresía que les rodea, por dar combate; mientras los barrios son vaciados de clase trabajadora para crear barrios para urbanitas modernos encareciendo el suelo… La lucha de clases pese a la crisis nerviosa de la protagonista y sus nostalgias avanza sin demora en el presente sin que ella siquiera se dé cuenta.
Desde la caída del muro de Berlín, que parece que cayó solo y que no fue derribado con mucho esfuerzo durante muchos años; y aquello del fin de la historia que se nos marcó de forma prescriptiva para curarnos de nuestro mal de lucha han sido muchas las reflexiones en el cine sobre esa pandemia que había contagiado a toda la izquierda. Sobre todo a la izquierda revolucionaria. El miedo a la no adaptación y el sentimiento de “culpa” de los “vencidos” se instaló, la supervivencia nos llevó a trabajar en nuevas identidades fragmentadas e individualistas con el fin de preservar la ética, la “superioridad moral” que siempre nos habían encorsetado, y al final quedó la nostalgia como consuelo inevitable de aquel ciego que simplemente, dadas las circunstancias, prefirió no ver.
Al final, si no le ponemos remedio, tendrá razón el personaje de Lugares Comunes que nos ha acompañado durante el artículo y habremos vuelto a 1789 pidiendo, que ni siquiera exigiendo, eso de libertad, igualdad y fraternidad.
Autor
Directora Revista La Comuna
Estudió Filología Hispánica en la Universidad de Sevilla. Gestora cultural, escritora, poeta y analista internacional en distintos medios escritos o audiovisuales. Autora de la compilación poética “La Generación de la Sangre I” para Editorial Ultramarina Cartonera, a través de la Plataforma de Artistas Chilango-andaluza.
“Arquitecturas y Mantras” de la Editorial Bucéfalo fue su primer libro de poesía en solitario. A su vez, actualmente colabora en Hispan TV y otros medios internacionales en habla hispana analizando la actualidad política. Miembro de la Asociación Cultural Volver a Marx. Milita en Trabajadoras Andaluzas.
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