Minera

Columna minera de Riotinto.

El moviento obrero ante La guerra nacional revolucionaria y el franquismo en la Cuenca Minera de Riotinto.

La cuenca minera de Riotinto se convirtió desde los primeros momentos en un lugar estratégico militar y económico para las tropas de Queipo. Para llegar a Madrid por la ruta de Extremadura y para pagar con el cobre de Riotinto a la aliada Alemania Nazi. El 1 de enero de 1937 el gobierno fascista informaría a la RTCL que debería entregar a Alemania 45.360 toneladas mensuales de piritas con el mayor contenido de cobre posible.

El vienes 17 de julio muchas de las familias británicas se habían trasladado a su segundo paraíso en Punta Umbría, allí se enterarían de que las fuerzas reaccionarias, militares y fascistas habían iniciado una sublevación. El Capitán de la Guardia Civil de Riotinto recomendaba al director suplente, Trevor Gough, que toda la población extranjera se refugiase tras los muros de Bellavista. Esa misma tarde del 18 de julio de 1936 los mineros patrullan las calles y detienen a los primeros elementos fascistas. También esa tarde los mineros confiscan y blindan artesanalmente 5 automóviles y 14 camiones.

La columna Minera: defender con la vida la República, la Libertad y la dignidad del ser humano.

Durante la madrugada entre los días 18 y 19 de julio comienza a organizarse en la cuenca minera de Riotinto, la Columna Minera. Los diputados Luis Cordero Bel y Juan Gutiérrez Prieto comenzaron a reclutar a los mineros de Peña de Hierro, luego en Nerva donde la RTCL entrega a las milicias 250 kg de dinamita, después en Minas de Riotinto, Valverde del Camino, San Juan del Puerto… reclutando a trabajadores dispuestos a defender con su vida la República, la Libertad y sus títulos de ser humano. Entre 200-300 trabajadores armados con algunas pistolas y escopetas de caza partirían hacia Sevilla, que ya se encontraba bajo las asesinas y sangrientas garras de Gonzalo Queipo de Llano solo con algunos núcleos de resistencia. Allí, los mismísimos hilos de la historia se retorcerían una vez más. Ojalá se pudiera contar que los mineros de Riotinto lograron frenar el fascismo, ojalá se pudiera contar que llegaron a enfrentarse al fascismo en aquella columna de los más altos héroes, ojalá pudiera contar que cambiaron el curso de la historia y que la historia fue otra. Pero la traición de los traidores tuvo un alto precio, el precio de la forma roja del pueblo, el precio del triunfo del fascismo en toda España.

Camiones blindados por los propios mineros de Riotinto, decorados con las siglas de las organizaciones obreras (CNT, FAI, UGT) y con lemas como “Contra nuestros enemigos”, “Viva los mineros de Nerva” y “Por los 300 judas”, este último se refería a la campaña de la derecha de las elecciones en la que usaron el lema por los 300, haciendo alusión a que iban a conseguir 300 diputados.

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Camiones de la Columna Minera de Riotinto.

El plan era que la Columna Minera se uniese a una columna de 120 guardias civiles a su paso por la Palma del Condado. Estos guardias civiles habían sido mandados por el gobernador civil Jiménez Castellano y al mando de ellos se encontraba el comandante Gregorio Haro Lumbreras, quien había jurado lealtad al gobierno de la República Española, pero quien también había participado en la Sanjurjada en 1932 y en la represión posterior a la huelga de 1934. La Columna Minera proseguía valiente su camino para liberar a Sevilla del yugo fascista, para ayudar a los últimos focos de resistencia roja frente a la sombra que venía y que ascendía terrible, oscura y maldita. La Columna Minera no encontró guardias civiles en la Palma, se habían adelantado hacia Sevilla. El traidor Haro Lumbreras, no resistió en Sevilla contra los golpistas, sino que se unió a ellos. Al llegar a Sevilla, se presentaron ante Queipo y se unieron a él. Antes habían cruzado el resistente y rojo barrio de Triana donde habían sido recibidos eufóricamente pensando que venían a poner fin a la sublevación fascista. A las 10 de la mañana del día 19 de julio de 1936, Queipo ordenaba a Haro salir, junto a los otros guardias civiles, al encuentro de la Columna Minera. Cerca de la Venta Chica, en La Pañoleta (Camas), los guardias civiles, como lobos, se apostaron a ambos lados de la carretera, esperando a su presa, apoyados con ametralladoras. A las 11:00 del domingo 19 de julio de 1936 los héroes de la Columna Minera de Riotinto llegaron a la Pañoleta, la Guardia Civil les dio el alto y luego, comenzaron a disparar.

Uno de los disparos alcanzó el camión que portaba la dinamita y hubo una brutal explosión. Hubo cuerpos mutilados y otros que llegaron a quedar enganchados en los cables del tendido eléctrico. 25 muertos, sin cuerpos, sin nombres… la guerra había comenzado. Solo 6 fueron inscritos en el Registro Civil de Riotinto entre 1940 y 1945. 71 sufrían un destino peor si cabe, fueron cogidos con vida y fueron encerrados en el barco prisión Cabo Carvoeiro, donde tendrían que soportar aquel cálido y terrible verano sevillano. Tres días después de la toma de la cuenca minera, el 29 de agosto, se celebraría el consejo de guerra, todos quedarían condenados a la pena de muerte, salvo tres, dos hombres que fueron detenidos, pero que solo pasaban por allí y el conocido como Niño Méndez (Manuel Rodríguez Méndez), que al ser menor de edad fue condenado a cadena perpetua. El día 31 de agosto de 1936, 68 personas humildes, 68 trabajadores, 68 héroes de la libertad, la democracia y la justicia, serían fusilados, dejando claro que sería lo que no habría en la nueva España que estaba por venir. A las 12 del mediodía comenzarían los fusilamientos repartidos por La Pañoleta, Amate, las murallas de la Macarena, Pagés del Corro (Triana) y Ciudad Jardín, los lugares que habían ofrecido mayor resistencia a la sublevación fascista.

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Plaza San Francisco (Sevilla), presos de la Columna Minera de Riotinto antes de entrar en el Consejo de Guerra y ser sentenciados a muerte. Fuente: . com.es/2014/08/criminal-gregorio-haro-lumbreras.html

En cuanto al resto de los componentes de la Columna Minera, lograrían llegar a sus hogares, muchos lograrían hacerlo en los vehículos, otros tendrían que huir por los montes, las sierras, los valles, recorriendo a pie los más de 80 km que separaban la cuenca minera de la capital, mientras en su cabeza quedaba gravada aquella traición, aquella matanza, aquellos cuerpos descuartizados, aquel compañero perdido para siempre… Cuando la noticia de la masacre llegó a la Cuenca Minera, la frustración, la rabia y la sed de justicia, la harían arder como nunca antes. Estaba claro que los habitantes de la Cuenca Minera de Riotinto morirían de pie y con la cabeza tan alta como su puño.

Al mismo tiempo Haro sería conocido como “el héroe de la Pañoleta”, el que había salvado Sevilla de aquellos que pretendían hacerla saltar por los aires, de aquellos que, según los fascistas, habían venido a volar Sevilla y su Giralda. Más tarde sería nombrado Gobernador Civil de Huelva.

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El criminal y traidor Gregorio Haro Lumbreras. Fuente: . com.es/2014/08/criminal-gregorio-haro-lumbreras.html

Ese mismo día 19 de julio un grupo de milicianos mineros llegaba a Beas, donde había triunfado el alzamiento por el complot de guardias civiles y falangistas, allí se unirían a los trabajadores del mismo pueblo y lograrían hacer que los 22 golpistas se rindiesen. También ese mismo día las organizaciones obreras y el Ayuntamiento crean el Comité de defensa en Nerva y en otros pueblos de la cuenca. Las milicias requisan las armas a los particulares, todos los taxis de los pueblos y los vehículos de la RTCL son incautados y queda convocada la última Huelga General Revolucionaria. La resistencia sería legendaria, pero aún más legendarias sería la masacre sobre los pueblos de la cuenca minera de Riotinto. El Año de los Tiros volvería del pasado, su sangre y sus gritos, su silencio y su luto.

El director, Laurence Hill, solicitó a los sindicatos ayuda para mantener los servicios mínimos de desagüe y ventilación de las minas, la solicitud fue aceptada. Se requisaron todas las planchas de acero y se brindaron todos los camiones. Se fabricaron bombas de mano construidas con tubos de hierro rellenos de dinamita. Y se creó el Comité de Abastecimiento, pues a medida que las tropas avanzaban desde Huelva y desde Sevilla, llegaban miles de huidos trayendo las noticias de la noche que iba cayendo sobre los pueblos, de cómo iban desapareciendo todos los nombres bajo su sombra de hierro y muerte.

El 20 de julio de 1936 en Huelva se recibió un telegrama procedente de Camas en el que se pedía el envío de refuerzos para luchar contra el fascismo. Y comenzó la organización de una nueva columna para liberar a Sevilla. La mayoría de los reclutados procedieron del Norte de la provincia onubense, el día 20 por la tarde partía hacia Huelva un tren desde Riotinto. Una vez en Huelva se esperó la entrega de armas y el tren no seguiría su viaje a Sevilla hasta las 2:00 del 21 de julio. El tren se detuvo en la Palma del Condado, ya que los mineros de Riotinto se negaron a luchar en Sevilla si no eran dotados con fusiles, pistolas y mosquetones, mientras esperaban los milicianos fabricaban bombas de manos para lo que fundieron algunas joyas de la iglesia. No disponiendo de estas armas, ni de posibilidad de obtenerlas el tren volvería a Huelva y el día 22 de Julio de 1936 Sevilla sería conquistada por las tropas fascistas. El día 23 la aviación fascista bombardeaba las vías férreas a la altura de la Palma. Allí acudirían entre el 25 y 26 de julio un camión blindado y tres sin blindar de la cuenca minera para prestar ayuda a la resistencia del pueblo. El día 26 se preparan para defender la carretera por donde avanzaban las tropas del fascismo, a las 11 de la mañana un avión bombardea las posiciones de la resistencia y al pueblo de la Palma. Los milicianos gastan, inútilmente, la munición contra el avión. El camión blindado es abandonado durante la huida. Asaltan la cárcel municipal matando a 15 de los 40 detenidos.

El día 27 de julio de 1936 cae la Palma del Condado en manos de las Columnas de Carranza y Castejón. Los habitantes de izquierda de la Palma huyen hacia Huelva, hacia la Sierra o hacia la cuenca minera.
El 29 de julio de 1936 Huelva capital caía en manos de los fascistas y se redacta y publica un bando en el que se ordena y manda: la declaración del estado de guerra en toda la provincia de Huelva, la entrega de toda arma blanca o de fuego en los cuarteles en el plazo de 4 h, la prohibición de todo intento de huelga, la desaparición antes de la puesta de sol de todo emblema, letrero o símbolo marxista o subversivo y se prohíbe la circulación de grupos de más de dos personas después de la puesta de sol.

Tras la publicación del bando y la caída de la capital muchos guardias civiles se unen finalmente a los fascistas y ese mismo día caen otros 22 municipios. Los huidos no paraban de llegar a la cuenca minera, procedentes de las provincias de Huelva y Sevilla, como testigos de los horrores que traían el avance las columnas fascistas. En la Cuenca Minera de Riotinto sabían que no había lugar para rendición y que la única posibilidad para la vida era resistir con toda la fuerza de la pirita y de la roca, con toda la esperanza de años de lucha y con toda la fiereza de quién defiende la más justa de las causas, la de la libertad y la justicia.

Las tropas fascistas dejaron de avanzar hacia la cuenca minera, puesto que sus objetivos principales eran avanzar hacia Badajoz, una vez toda la costa había sido subyugada y habían establecido contacto con Portugal. De forma que el avance de la noche hacia la cuenca minera de Riotinto se detuvo entre los días 29 de julio y 14 de agosto. En este tiempo el Comité de Defensa se decide a desarmar a la Guardia Civil de la cuenca minera. El de Salvochea (actual Campillo) fue el primero en ser rendido el día 4 de agosto, horas después lo hizo el de Nerva. El 5 de agosto el del Alto la Mesa, al día siguiente el de Riotinto, tras haber intentado formar una columna de guardias civiles para unirse a los fascistas en Valverde del Camino.

El 7 de agosto de 1936 parte una nueva columna formado por entre 200 y 500 hombres, dirigida por los presidentes de los sindicatos de Salvochea y Minas de Riotinto y por el Cabo de la Guardia Civil, Ortega Godoy. A las primeras horas de la mañana la columna se dispone en forma de guerrilla en “El Empalme”, cerca de Valverde del Camino, en la vía de acceso desde allí a la cuenca minera de Riotinto. Las tropas fascistas eran superiores en número y contaban con mayor y mejor armamento, pero tuvieron que recibir refuerzos para hacer frente a los héroes del pueblo, fuerzas de la Guardia Civil y 40 soldados de Valverde, 90 soldados de infantería y 20 guardias civiles al mando de Varela Paz. Tras 5 horas de combates, tras 5 horas de legendaria resistencia minera, la aviación fascista procedente de Sevilla iniciaba los bombardeos sobre los mineros, poniendo fin a la resistencia y a la batalla de “El Empalme”.

Los días 10-12 de agosto las milicias mineras de Riotinto desarman los cuarteles de la Guardia Civil de la sierra. Los fascistas habían conseguido llegar a Badajoz, una pequeña isla republicana y resistente en mitad de un océano de fascistas se abría a su espalda. El 14 de agosto cae Zufre y parte de Sevilla las fuerzas dirigidas por Luis Redondo (300 requetés, 100 soldados de infantería, 100 de caballería, 50 carabineros, 25 ametralladoras, 20 guardias civiles, una batería de cañones, una sección de artillería, otra de zapadores, un blindado y dos secciones de regulares de la Harca de Juan Berenguer). El 15 de agosto cae Higuera de la Sierra y sale de Sevilla otra columna dirigida por Eduardo Álvarez Rementería – Martínez (compañía de infantería y una sección de Morteros del Regimiento de Granada, una batería 7,5, una sección de Zapadores, 50 carabineros, 30 guardias de Asalto, un cambión blindado y 200 falangistas). A estas dos columnas de terror y muerte habría que añadir una tercera procedente de Valverde del Camino. Tomar el corazón de la tierra y doblegar la voluntad minera de la forma más rápida posible era el objetivo fascista.

El 20 de agosto, con la cuenca minera ya cercada, los mineros tratan de hacer el último acto de defensa frente al avanza fascista en la carretera de Almonaster- Santa Ana la Real, pero no supuso nada para la columna del general Redondo. En estas fechas un grupo de 150 milicianos lograrían entrar en contacto con las fuerzas republicanas en la comarca de Castuera y llegar a Madrid, en cuya defensa se llegó a usar uno de los camiones blindados en Riotinto.

El 20 de agosto de 1936 comienzan los bombarderos sobre la cuenca minera de Riotinto. El primero en Salvochea, causando 5 muertos (Elena Domínguez Castaño, de 23 años; Dolores González Domínguez, de apenas 6 meses; Rafaela López Cerrera, de 44 años; Baldomera López Rodríguez, de 38 años; y, Jacinto López Zarza, de 36 años). Seguidamente, cayeron 8 bombas sobre Nerva, causando 12 muertos (Telesforo Aceituno Monís, de 42 años; Carmen Arteaga Álvarez, de 34 años; Carmen Castilla Moreno, de 21 años; Purificación Díaz Infante, Purificación, 22 años; Sebastián Domínguez Navarro, de 10 años; Diego López Vidal, de 23 años; Luisa Núñez Cabrera, de 64 años; Armando Ortega Hidalgo, de 29 años; Rufina Pérez Fernández, de 42 años; Adelaida Pérez Martín, de 51 años; Juana Reina Serrano, de 42 años; y, Manuel Valero Navarro, de 21 años). El día 22, continúan en La Dehesa y La Atalaya.

Los habitantes de la cuenca minera buscaron refugio en las propiedades británicas y en los túneles de las minas, intentaron hacer que los miembros del staff británico que todavía quedaba allí causasen un incidente diplomático, sin embargo, estos se limitaron a disponer la ubicación de las mujeres y de los niños y a nombrar a capataces que velasen por su seguridad. Hubo milicianos que trataban de frenar la ofensiva aérea con las escopetas y fusiles que tenían a mano, no lográndolo, evidentemente. Los testigos afirmaron que los aviones lanzaban octavillas antes del bombardeo para poder causar más víctimas civiles. Entre el 23 y el 25 de agosto los panfletos lanzados decían:

“Tenemos nuestras columnas cercándoos materialmente. Nuestros bombardeos van a ser cada vez más intensos. De vuestra voluntad depende el rigor de nuestro castigo. Podéis salvar vuestras vidas si antes de 24 horas, a partir de las cinco de la tarde de hoy, entregáis rehenes en cantidad suficiente para garantizar la entrega de las armas, rehenes que serán puestos en libertad tan pronto como duchas armas sean recogidas.
Si no aceptáis este ultimátum pagaréis muy caro vuestra inútil resistencia.
El general, Gonzalo Queipo de Llano.”

El trágico destino de la cuenca minera de Riotinto, el trágico destino del pueblo español, estaban ya sobre la mesa, anunciado la muerte y el silencio. El 25 de agosto de 1936 la columna de Redondo, procedente de Aracena, toma Campofrío, tras haber sido bombardeada, los que intentaron huir fueron bombardeados y disparados por la artillería. Fue capturada Zalamea la Real, aquel lugar donde nació la Liga Antihumista, dominado por terratenientes que, luego, masacrarían a su pueblo aprovechando el poder y el terror fascistas. Los mineros de Riotinto, en un último acto de resistencia, se lanzaron sobre Zalamea con dos camiones blindados para liberarla y lograron hacer que los soldados huyeran. Los mineros de Riotinto demostraron, como lo haría lo mejor del pueblo, que quien lucha por la más noble de las causas jamás se rinde, jamás cede, jamás se arrodilla… Sin embargo, de nuevo la aviación de tablada puso fin a la última defensa minera.

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Mapa. Fuente: http://www.celtiberia.net/es/biblioteca/?id=3740

Y llegó el último día, 26 de agosto de 1936, la consumación de la historia y el fin de la cuenca minera de Riotinto. Con el alba de ese día, decenas de personas, hombres, mujeres y niños, huyen de El Madroño al monte, sobre todo hacia Los Frailes. Arde la cárcel de Salvochea, al mismo tiempo que avanzan las tropas fascistas desde Zalamea. Salvochea es finalmente doblegada tras 6 horas de bombardeos y luego es incendiada por los falangistas, el fuego devoró un gran número de casas. Así el pueblo que se había independizado de Zalamea con el nombre de Salvochea, pasó a llamarse El Campillo. Las columnas fascistas continúan su avance y antes del mediodía cae el nuevo pueblo de Riotinto, al mismo tiempo El Madroño es ocupado por la columna de Alvarez-Rementería. En el Alto de la Mesa y en El Madroño se instalan baterías y cañones apuntando hacia Nerva, el último reducto, el último aliento de la Cuenca Minera de Riotinto. La electricidad es cortada.

Varios cientos de personas inician el éxodo dirigiéndose a la Sierra del Padre Caro. De madrugada el primer acalde comunista de Nerva, José Rodríguez González, dejaba el consistorio en manos de un comité de Orden para que no se hiciera nada fruto de la desesperación y partía junto a 200 vecinos para tratar de llegar a Extremadura, pero en Zufre fueron atacados por un piquete de Falange, teniendo que volver a las sierras de Nerva. Poco después 108 volverían a intentarlo, esta vez hacia Córdoba, pero solo 21 lo consiguieron.

En la tarde del 26 de agosto de 1936 un taxi con bandera blanca sale hacia El Madroño para negociar con Alvarez-Rementería las condiciones de la rendición de Nerva. El día 26 de agosto de 1936 el último pueblo libre, aquel pueblo que fue apodado Villa de la Libertad caía bajo las garras del fascismo, aquel último lugar donde el Corazón de la Tierra daría su más fuerte y último suspiro, Nerva y con ella, la Cuenca Minera de Riotinto habían perdido su mejor forma, la forma roja del pueblo.

El precio del triunfo del fascismo empequeñeció aquella masacre casi olvidad del 4 de febrero de 1888. Nada más triunfar, la barbarie, su barbarie de orden, paz y alta moral cristiana, comenzó. Entre 300 y 400 fusilados en El Campillo, unos 300 en Riotinto, unos 1.400 en Nerva, 35 en El Madroño… Registros, expedientes de incautación de bienes, saqueos, encarcelamiento masivo, elaboración de listas negras como la antigua creada por la RTCL que pasaría a manos fascistas para cumplir su último propósito, vejaciones a mujeres (rapadas y obligadas a beber aceite de ricino para después ser paseadas por la calle) y violaciones, incluso casos de necrofilia. Los elementos reaccionarios y facciosos, las gentes de orden y de bien, fueron armadas. En Nerva los afines al golpe fascista paseaban con brazaletes significativos y sus casas eran identificadas con unos cartelones en la fachada.

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Fosa común de algunos mineros de Riotinto fusilados en los días posteriores a la toma de la cuenca minera de Riotinto. Fuente: La huella de la memoria (Gente de Camas): . com.es/2009/10/grande s-asesinos-fascistas-iv-gregorio.html

Los pueblos de la Cuenca Minera de Riotinto se vaciaron por muchos años de risa y de música, y se llenaron de hambre, de viudas y de huérfanos. Muchos de los huérfanos de Nerva fueron mandados a El Madroño confiando en que allí realizando tareas de cuidado de ganado tuvieran más posibilidades de sobrevivir y reduciendo, al mismo tiempo, el número de bocas que había que alimentar en aquella familia desesperada. Algunos pueblos como La Atalaya serían conocidos como La Aldea de las Viudas, debido a las consecuencias de la brutal represión franco-fascista.

El día 28 de agosto de 1936 se reanudaron los trabajos en las minas con 3.100 obreros menos de los que había el 18 de julio. El rojo del río Tinto se hizo menos intenso y dejó de brillar y de susurrar entre las piedras, porque sus aguas estarían de luto, de ese luto negro y silencioso que había hecho desaparecer la vida de la Cuenca Minera de Riotinto, de aquel dolor de 1888 que volvió sobre los pechos enmudeciendo las gargantas para siempre, de aquella extraña forma de memoria y de recuerdo mantenido sin que nadie pronunciase una sola palabra, sin que nadie pronunciase un solo nombre, sin que nadie se atreviese a derramar ni una sola lágrima por miedo a sufrir el mismo destino que aquel compañero, que aquel hermano, hermana, padre, madre, amigo, amante, que aquella voz desaparecida, que aquellas manos que una vez, que muchas veces, se habían unido para luchar.

La guerrilla onubense.

Pero los mineros no dejarían de dar unos últimos coletazos contra el fascismo. A finales de aquel verano de 1936 la carretera Huelva-Badajoz a la altura de Zalamea se había vuelto una pesadilla para las tropas fascistas. Porque los huidos en la sierra ya se habían constituido en guerrilla, en la desconocida guerrilla onubense, con partidas creadas en los primeros años de la guerra, como las del Cerreño, la de Flores, la de el zorro; en 1937 la de Saca Húnto (esta duraría hasta bien entrados los años 40), la de los Malpuro. Y en la primavera de 1937 la hostigarían a los que se habían llamado los nacionales de forma tal que se convirtieron en un verdadero quebradero de cabeza. Había más de 1.000 guerrilleros en las sierras de Huelva y 5.000 antifascistas huidos. Lograrían asaltar Nerva en febrero de 1937 y en abril atacarían la estación de ferrocarril del Cerro del Andévalo, manteniendo cerrado el tráfico ferroviario con Extremadura durante un breve tiempo. Su máximo apogeo se alcanzó en el verano del 1937, de forma que para los traidores y asesinos fascistas no había campos ni caminos seguros en la provincia. Y llevó a que el 6 de agosto de 1937 Queipo de Llano volvería a declarar la zona en Estado de Guerra.

Tras la declaración llegarían a la sierras y cuencas mineras de Huelva una gran cantidad de refuerzos. A los guardias cívicos y falangistas, se sumaron un millar de efectivos de tropas Regulares de África, se constituyeron las brigadas móviles de la guardia civil y las contrapartidas o harcas, formadas en la mayoría de los casos por antiguos presos y huidos obligados a combatir a sus hermanos camaradas. Una de las estrategias frecuentes por los falangistas era hacer llegar a la guerrilla panfletos en los que se les pedía que se entregasen asegurándoles que recibirían un trato justo, aquellos que los creyeron y se entregaron, no volverían a ver la luz del sol y su nombre solo sería un recuerdo de nadie. Al mismo tiempo los fascistas decidieron a acabar con el sustento de la guerrilla: los enlaces, sus familias, sus amigos… y pasaron a encerrar o exterminar a todo sospechoso de colaboración con la guerrilla, acusadas de “Auxilio a la Rebelión”. En la segunda mitad de 1937 al menos 700 personas fueron ejecutadas por este delito. Durante esta declaración de Estado Guerra la aldea de El Membrillo Bajo sería arrasada, incendiada y la mayor parte de sus vecinos torturados y asesinados por un grupo de falangistas apoyados por aquellos viejos terratenientes que habían sostenido una larga pugna con los vecinos por la tierra común, aquel mismo poder que una vez creo la Liga Antihumista.

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Desfile militar 18 de julio de 1937, Museo Minero de Riotinto.

A mediados de 1938 la actividad guerrillera dejó de ser un problema importante para los fascistas, pero el Estado de Guerra no se levantó hasta el 15 de noviembre de 1939 y las detenciones y los consejos de guerra continuarían hasta principios de los 50. Sin embargo, en los 40 se mantenía una actividad guerrillera residual con partidas como las de los Alacranes del Chato de Huelva (Lorenzo García Romero) o la del Gato de José Rodríguez Brito.

La columna de los Ocho mil y los batallones. Mineros en lucha lejos de la Cuenca minera.

Otros de los huidos de la barbarie intentarían llegar a zona republicana. Muchos mineros de Riotinto, junto a habitantes de la sierra y jornaleros de Extremadura formarían la conocida como la Columna de los Ocho Mil. Los que consiguieron sobrevivir y escapar del oscuro destino que los persiguió, acechó y traicionó durante el largo trayecto hacia Madrid participarían activamente en la defensa de Madrid, en la defensa de la República, en la defensa de la libertad, de la justicia y del pueblo trabajador, en la defensa frente al olvido de todos aquellos nombres que ya habían sido desaparecidos de la faz de la tierra, en la defensa de la memoria de la larga y épica historia de lucha que los mineros de Riotinto habían mantenido contra una empresa más poderosa que el Zar de las rusias durante 64 años. Esos 64 años de miseria y esperanzas, de sacrificios y de compañeros perdidos seguían corriendo por sus venas y alimentando sus pechos, ellos y ellas no se arrodillarían, aunque acabasen como miles ya lo habían hecho, de pie, mirando cara a cara a la muerte, en un pelotón de fusilamiento. Así y por todos los nombres olvidados, los mineros de Riotinto, los trabajadores del campo de la Sierra de Huelva, en Madrid constituirían el Batallón Riotinto con Egocheaga a la cabeza en septiembre, este se uniría al batallón UHP formando el batallón 166, que en enero de 1937 formaría parte de la 42 Brigada Mixta. Otros formarían parte de las Milicias Confederales y de la Columna Espartacus dirigida por Antonio Molina Vázquez, secretario general del Sindicato único de Riotinto. Serían conocidos como “los cuervos” por vestir siempre de negro y pasarían a formar parte de la 77 Brigada Mixta. Y otros formarían parte del Batallón de Choque de Huelva, quienes intentarían liberar Mérida y que estaban dirigidos por Francisco Romero Martín. Pasarían a formar parte de la 46 y 47 Brigada Mixta (36º División del VII cuerpo del Ejército).

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La Columna de los Ocho Mil. Fuente: http://www.tercerainformacion.es/antigua/spip.php ?article44933

También hubo quien consiguió escapar del fascismo y llegar a otro país. El nervense Francisco Romero Marín, después de pasar por varios campos de concentración, lograría llegar a la URSS el 7 de mayo de 1939, allí alcanzó el grado de coronel del Ejército Soviético. O Manuel Sánchez Pavón quien también llegaría a la URSS como maestro de los “niños de la guerra”.

La cuenca minera y lasel consecuencias de la victoria fascista.

Y llegó el 1 de abril y terminó la guerra con el ejército rojo cautivo y desarmado, pero no llegó la paz, sino el silencio, la muerte, la injusticia y la barbarie bajo la sombra del fascismo y del capital. El pueblo español perdió la guerra, los pueblos del mundo perdieron la esperanza que con tanta pasión y eterna solidaridad habían puesto al lado de la libertad de los trabajadores de España. Los mineros de Riotinto y las mineras demostraron que eran, que fueron y que son, a pesar del olvido, dignos hijos del río Tinto, nobles hijos de los humos, justos hijos de su historia, porque lucharon hasta el último latido, porque fueron desaparecidos con la frente alta y la mirada decidida, porque, aunque no podamos recordar ni llamarlos por sus nombres, sabemos quienes fueron y que hicieron por defender la idea de justicia, libertad y fraternidad. Quizás no lograron cambiar la historia, pero no cesaron en su empeño, quizás ya no tengan nombre, pero si tienen la gloria de haber sido parte del corazón que nos arrancaron, parte de aquel valor de la forma roja del pueblo. De nuevo en palabras del poeta José María Morón en su poema “Epístola a los Mineros de Riotinto” en Mineros de Estrellas:

“¿Nombres? Yo no recuerdo ninguno entre mis labios,
Sólo el enorme, anónimo, del genérico esfuerzo.
¡Hombres de hollín y lodo!¡Mineros de Río Tinto!
Yo os guardo en el más alto mirabel del recuerdo”.

Quizás sea cierto que no podamos recordar ni uno solo de los miles de nombres que deberíamos tener en nuestros labios, pero sabremos recordarles a todos y a cada uno de quienes cayeron sin nombre y sin rostro, porque sabemos llamarles y tenerles presentes, porque sabemos que laten en lo más profundo de nuestros pechos y que en cada uno de sus latidos pronuncian el único nombre con el que podemos llamarles: ¡Mineros de Riotinto! Porque jamás se fueron ni se irán y somos la prueba viviente de que estos héroes y heroínas viven todavía en el recuerdo, en la memoria y en la resistencia de cada barrio y de cada pueblo del mundo.

En 1945 el viejo pueblo de Minas de Riotinto solo conservaba las calles Méndez Núñez, Trafalgar, Covadonga, Plaza de España, Rivera y Cervantes y solo contaba con 642 habitantes. En 1979 dejaría de ser barriada y en 1985 ocuparía un lugar bajo las escombreras de estériles, así el pueblo que una vez había quedado cubierto de sangre volvería al mismo lugar al que arrojaron los cuerpos de la masacre del Año de los Tiros.

El fin del imperialismo británico; la continuación de la explotación de la tierra y los trabajadores.

En 1954, tras 81 años, la Rio Tinto Company Limited vendería la mayor parte de sus propiedades al capital español, constituyéndose la Compañía Española de Minas de Riotinto, quién seguiría robando el cobre de la tierra y el sudor de las enlutadas y silenciosas masas de trabajadores. En 1962 se crearía la Riotinto Zinc, que en 1966 se fusionaría junto a la anterior y a la Patiño Minera, formándose la Riotinto Patiño. En 1970, se crearía la Unión de Explosivos Mineras, empresa que trasladaría la fundición a Huelva, asestando un duro golpe a la población de la comarca. En 1977 todas estas empresas se fusionarían creando la Riotinto Minera. En 1993 las minas serían vendidas a Freeport McMoRan y Riotinto Minera se divide en Riotinto Metal (Fundición en Huelva), Riotinto Minera de Madrid (exploración minera) y Minas de Riotinto SA (explota las minas).

Tras largos años bajo la sombra del fascismo, bajo el recuerdo del miedo, la Cuenca Minera volverían a la lucha en 1982 y continuaría luchando hasta el cierre definitivo de las minas en 2001.

¿Ahora que las minas han vuelto a abrirse, volverá también el latido minero que siempre las acompañó? La historia continua y sus nombres jamás podrán ser borrados de nuestros corazones.

Jesús Pérez López.

Parte 3 de “El movimiento obrero en las minas de Riotinto”. Parte 1: Régimen de la restauración (enlace); Parte 2: La segunda República (enlace).

Para ir a la primera parte “La olvidada Cuenca Minera de Riotinto: Imperialismo Británico, La Compañía (1873-1954)” pincha aquí; Para ir a la segunda parte “La olvidada Cuenca Minera de Riotinto. El Año de los Tiros: Humo, Sangre y Olvido (1888).” pincha aquí.

Bibliografía completa:

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Autor

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Graduado en biotecnología por la Universidad Pablo de Olavide.

Máster en biología avanzada: investigación y aplicación en la línea de biología aplicada e industrial por la Universidad de Sevilla.

Doctorando en fisiología vegetal en la facultad de biología de la Universidad de Sevilla.