Sara Majarenas.

Sara Majarenas.

El caso de Sara Majarenas: violencia machista contra las presas por parte del Estado Español.

Las presas son doblemente víctimas de la violencia machista estatal y de la violencia de toda la sociedad.

Sara Majarenas está condenada desde 2007 a prisión por pertenecer a ETA. En enero de este año, su hija Izar (de dos años de edad entonces) es acuchillada como “venganza” hacia su madre por su padre. Los antecedentes de este por violencia machista no impidieron que tal y como recoge la ley, la pequeña menor de tres años pasase la semana en prisión con su madre y los fines de semana con su padre.
Al cumplir los tres años de edad, según recoge la ley, la niña pasa a tutela del padre y ya no puede permanecer en prisión con su madre. El padre estaba detenido por el intento de homicidio de su propia hija y es esto y solo esto lo que impidió que según lo previsto por ley se hiciera cargo de ella tras cumplir los tres años.
Tras mucha lucha y ataques de los medios de comunicación con titulares como “La miembro de ETA que se considera víctima de violencia machista”, donde la insultaban parodiando su situación y la situación de la pequeña, consiguieron (no exento de polémica) que un juez concediera el segundo grado a Majarenas pasando a vivir en un piso tutelado por la Asociación Padre Garralda—Horizontes abiertos, para poder estar con su hija, que aún se recupera de sus heridas y del trauma que conlleva para una personita de tres años un intento de asesinato por parte de tu propio padre.
Sara no puede salir de casa y necesita de sus padres (abuelos de la niña) para poder llevar a su pequeña al colegio, al parque o al médico si se pone enferma.
ETA dejó las armas hace ya varios años; Majarenas ha cumplido gran parte de su condena y para conseguir el segundo grado y poder estar con su hija la obligaron a hacer una condena pública contra ETA. Una coacción utilizando el dolor de una madre ante el temor por la vida y la integridad de su hija.
La violencia machista estatal contra las presas tiene aún menos cortapisas, y encima cuenta con el apoyo de gran parte de la sociedad española. En ese juicio que estamos acostumbrados a hacer de la víctima y que nos lleva a apoyarle o no según entendamos su perfección o imperfección. Las presas son doblemente víctimas de la violencia machista estatal y de la violencia de toda la sociedad.