La historia de Afganistán se sigue escribiendo en estos momentos, debemos estar alerta y esperar
“Los grandes logros de la intervención internacional liderada por los estadounidenses han sido: la superación del récord de cultivo y tráfico de drogas en Afganistán; la nueva “legitimidad” para la lucha talibán —quienes se presentan como salvadores en medio de la agresión extranjera— y el aumento de la inestabilidad nacional y regional. La economía afgana —más allá de estos negocios ilícitos— está especialmente degradada y, hoy por hoy, el país se mantiene fundamentalmente de la ayuda humanitaria internacional, que supone el 42,9% de sus ingresos”
“Biden tendrá que explicar a los ciudadanos de su país porqué han gastado millones de dólares y han causado miles de muertes y de heridos para preparar a un gobierno y a un ejército que no tenía ningún interés, dada su apreciación, en cumplir con su función”
Maria Zajarova —portavoz del Ministerio de Exteriores ruso— señaló, poco después de la entrada de los Talibán en Kabul, que en Afganistán se está produciendo un enfrentamiento entre dos grupos creados por los experimentos estadounidenses. El primero, los Talibán, consecuencia directa del apoyo a los Muyahidin; el segundo, el Gobierno títere que dejaron tras la invasión y que, obviamente, no gozaba de ningún poder real.
Afganistán es un país ubicado entre Asia Occidental y Asia Oriental. Hace frontera con Turkmenistán, Uzbekistán, Tayikistán, Irán, Pakistán y China (a través del complejo corredor de Waján). No tiene salida al mar y está compuesto por una serie de cadenas montañosas de difícil acceso.
Situación geográfica de Afganistán

Corredor de Waján o Wakhan
Más de 50 etnias viven en el territorio, siendo mayoritaria la etnia Pastún, y múltiples confesiones religiosas, siendo mayoritario el islam suní. La principal actividad económica se concentra en el sector agrícola a través del cultivo de cereales, frutales, frutos secos, algodón y papaya. Destaca también el cultivo de adormidera (Papaver somniferum), un tipo de amapola de la que se obtienen opiáceos que se emplean entre otras cosas para el desarrollo de heroína, siendo el tráfico de esta sustancia un elemento destacado de la economía sumergida y la delincuencia organizada en el país asiático.
Desde la invasión del país por la coalición internacional liderada por EEUU en 2001, el cultivo de adormidera en Afganistán registró un récord histórico, según señalaban distintos informes de Naciones Unidas. (1)
Recorte de prensa de Hispan TV
Campesinos afganos han denunciado que las tropas de ocupación interferían en el desarrollo agrícola del país, impidiendo cultivos que pudiesen hacer la competencia en el mercado internacional a los productos estadounidenses, tales como el algodón. Esta situación es una de las claves para comprender porqué muchos campesinos han apoyado a los Talibán en medio de este conflicto que ya lleva veinte años existiendo. Variados analistas han considerado que los EEUU promovía —directa o indirectamente—, a través de estas políticas de control en el cultivo y producción, el auge del cultivo de la adormidera y, por tanto, el mantenimiento del liderazgo de Afganistán en el tráfico internacional de opiáceos.
Como suele ocurrir en prácticamente todo el mundo, en mayor o menor grado, las diferencias entre las zonas urbanas y las zonas rurales son claras. Así, es fundamental asumir que existen dos formas de vivir completamente diferentes para los afganos. Las zonas rurales, pastoriles, se encuentran en las cadenas montañosa —de difícil acceso como ya se ha mencionado—, mantienen estructuras tribales —profundamente patriarcales en consecuencia— y, en gran medida, viven ajenos al desarrollo económico, social, político o tecnológico del resto del mundo. Su ideología es, además, profundamente conservadora.

Las zonas urbanas, sin embargo, han tenido históricamente otra trayectoria.
Afganistán, como estado moderno, surge en un contexto de máxima presión expansionista entre el colonialismo británico y el del Imperio Ruso. La división de la India y creación de Pakistán planteó de nuevo el problema de la “Línea Durand” (frontera afgana delimitada por el Imperio británico) y, en 1963, se firmaría un acuerdo con Pakistán —casi al mismo tiempo que se firmó un acuerdo con China— que delimitaría las actuales fronteras afganas.
En 1964 se firma el primero de los acuerdos de colaboración con la URSS, siendo este país uno de los principales socios internacionales de Afganistán durante esta etapa, incluso previamente a la consolidación del Afganistán Socialista, nacido del triunfo de la Revolución de Saur o Revolución de Abril en 1978.
Afganistán no es un Estado al uso como lo podemos entender en Occidente (incluyendo a América Latina). En Afganistán, como ya comentábamos, gran parte del país mantiene una estructura social tribal que, aunque pueda llegar a acuerdos puntuales con el gobierno de Kabul, nunca ha estado bajo control real del mismo, ni siquiera en las épocas de mayor bonanza de su historia.
Ya en la década de los 60, ciertos avances como la escolarización de las mujeres —fruto de la Constitución de 1964— fueron rechazados por esas comunidades tribales. Más aún, estas comunidades fueron la contra fundamental a los avances del Afganistán Socialista (1978-1992). Tras el triunfo de la Revolución de Saur, el gobierno marxista impulsó distintas reformas sociales con el objetivo de transformar a Afganistán en una república socialista y democrática. En esta etapa se produjo un proceso de industrialización, modernización del campo o programas de alfabetización en las zonas tribales y, a su vez, la mujer afgana gozó de derechos y promoción para su desarrollo como nunca antes había experimentado. Ejemplo de ello fue el aumento de la matriculación femenina en las universidades. (2)

Alfabetización en zonas rurales
La resistencia ante estos avances de determinados grupos tribales afganos fue visto por EEUU como una oportunidad de formar un movimiento anticomunista local fuerte y que amenazara la frontera sur de la Unión Soviética. Esto provocó la intervención del Ejército Soviético, acudiendo a la llamada del Consejo Revolucionario del Estado Afgano y amparado por los acuerdos que ambos países —URSS y Afganistán— mantenían desde la década de los 60.
Desde principios de 1978, oficiales estadounidenses comenzaron a reunirse con los líderes insurgentes. De acuerdo con el entonces consejero de Seguridad Nacional del gobierno de Jimmy Carter, Zbigniew Brzezinski, la ayuda de la CIA a los insurgentes en Afganistán fue aprobada oficialmente en julio de 1978.
En el contexto islámico, el término Muyahidín es una palabra que designa a la “persona que hace la yihad”, es decir, “alguien que lucha por su fe”. Sin embargo, en el contexto afgano, este término se resignificó para pasar a describir al grupo de guerrilleros que combatieron contra el Afganistán Socialista. La friolera cantidad de 35.000 yihadistas internacionales, reclutados y entrenados por la CIA, combatieron en Afganistán contra los comunistas. El más famoso de ellos fue Osama bin Laden, de origen saudí, quien creó una red conocida como Al-Qaeda que servía de coordinadora de inteligencia de los muyahidines.
¿De dónde surgen los talibanes?
En el contexto ya citado surge una organización militar fundamentalista islámica denominada Talibán, que en pastún significa “estudiantes”. La leyenda de los talibanes —o de su irrupción protagónica en esta historia— narra que, en 1994 en Singesar, los vecinos les avisaron de que un comandante de guerra había secuestrado a dos adolescentes a quienes afeitó la cabeza y llevó a un campamento, donde fueron violadas repetidamente. Treinta talibanes (con solo dieciséis fusiles) liberaron a las niñas y ahorcaron al comandante de un tanque. Más tarde, ese mismo año, dos comandantes de guerra mataron a civiles mientras luchaban por el derecho a sodomizar a un niño, una práctica común incluso hoy en día en Afganistán. Los talibanes lo liberaron.
Más allá de leyendas y relatos, la acción militar que aupó a los Talibán como referencia fue la toma de la ciudad de Kandahar en 1994. El gobierno de Kabul no controlaba toda la zona sur de Afganistán y esta debilidad sirvió para que este grupo se hiciera, en tan solo 3 meses, con 12 de las 34 provincias que no estaban bajo control gubernamental. Con el apoyo de Arabia Saudí, Pakistán y Al Qaeda, los talibanes finalmente entrarían en Kabul.

Un combatiente talibán monta guardia en un puesto de control en la ciudad de Kandahar. STR / EFE. Agosto, 2021

Zonas bajo control Talibán en 1996
En las zonas dominadas por este grupo se impuso un código de conducta social y personal ultraconservador y reaccionario que limitó, de forma dramática, no solo los derechos de las mujeres —siendo víctimas fundamentales al quedar relegadas a lo doméstico y ocultadas bajo burkas—, sino también de toda actividad pública. Los juicios a los que sometían los talibanes, sin garantías jurídicas de ningún tipo, seguían principios tribales de hace más de 3.000 años. De pronto, Afganistán retornaba al siglo XIII sin que la sociedad pudiese contrarrestar este retroceso.
Tras la invasión de 2001 tampoco se ha pretendido solventar el problema de cohesión territorial en Afganistán. EEUU se limita a intervenir las zonas que le interesan: grandes ciudades, pasos fronterizos, el aeropuerto de Kabul… Al fin y al cabo, el control de la capital es el control del Estado, o al menos de las estructuras del mismo pese a que esto no refleje un poder real sobre todo el territorio.
Los Talibán, por su parte, han ido recuperando terreno, aprovechando la situación de inseguridad de la guerra y las injusticias creadas por las fuerzas invasoras, además de la ventaja proporcionada por la eficaz lucha de guerrillas consolidada en los 20 años de guerra anteriores y en la formación y financiación norteamericana que recibieron en su momento para acabar con el Afganistán Socialista.
Finalmente, los grandes logros de la intervención internacional liderada por los estadounidenses han sido: la superación del récord de cultivo y tráfico de drogas en Afganistán; la nueva “legitimidad” para la lucha talibán —quienes se presentan como salvadores en medio de la agresión extranjera— y el aumento de la inestabilidad nacional y regional. La economía afgana —más allá de estos negocios ilícitos— está especialmente degradada y, hoy por hoy, el país se mantiene fundamentalmente de la ayuda humanitaria internacional, que supone el 42,9% de sus ingresos.
La huida:
La marcha de EEUU de Afganistán había sido anunciada con antelación y estaba prevista para finales del mes de agosto de este mismo año. Lo cierto es que, más allá de teorías de la conspiración, existían múltiples presiones internas para poner fin a una guerra que estaba teniendo un alto coste y que no compensaba en beneficios.
Según el Departamento de Defensa de EEUU, el gasto militar total desde el inicio de la guerra en octubre de 2001 hasta marzo de 2019 fue de US$760.000 millones.

Sin embargo, un estudio independiente —realizado por el Proyecto Costo de la Guerra de la Universidad Brown— apunta a que las cifras oficiales de Washington subestiman sustancialmente el dinero invertido —que podría alcanzar US$1 billón—, alegando que no se incluye el gasto en atención a veteranos de guerra, el dinero que gastó el gobierno en otros departamentos para actividades relacionadas con el conflicto ni el costo de los intereses de la deuda que contrajo EEUU para financiar esta guerra.
Sea como sea, más de la mitad de ese dinero —es decir, US$83.000 millones— ha sido destinado a apoyar a las fuerzas de seguridad afganas, incluido el Ejército Nacional Afgano y su policía. Hablamos de un ejército que, durante estos acontecimientos, hemos visto que no estaba preparado —o quizás desinteresado— para enfrentarse al grupo talibán.
Una muestra de ello ha sido la toma de la base de Bagram, realizada con pasmosa facilidad por el grupo integrista, liberando a sus propios presos y ocupándola para sus acciones.

Base aérea de Bagram
Es cierto que EEUU se ha ido deprisa y corriendo, no pudiendo cumplir los plazos que ellos mismos se impusieron, y es por tanto natural que ante la estampida no hayan podido ejecutar un principio de tierra quemada sobre todas las instalaciones creadas en el país invadido; sin embargo, sí resulta sospechoso que EEUU no supiese que esto iba a ocurrir, más cuando la lucha por el control del territorio —en concreto con el grupo talibán— ha sido constante durante estos 20 años de invasión. El propio Biden reconocía en su conferencia de prensa (4) que el acuerdo con las fuerzas talibanas realizado por Donald Trump expiraba en mayo de este año, y en efecto, desde abril se habían intensificado los ataques contra sus posiciones. EEUU sabía, o debía saber, de la debilidad del gobierno que dejaban en una supuesta “transición” de independencia y de su capacidad para enfrentar la situación. Realmente, la única explicación posible es que esto nunca les importó. Simplemente pasaron la “patata caliente” al siguiente y se marcharon antes de poder reconocer oficialmente su derrota.

Tráfico aéreo 15 de agosto de 2021
Pérdidas humanas de la guerra de Afganistán (2001-2021)
Un informe de la ONU, publicado en febrero de 2020, estimó que más de 160.000 afganos murieron o resultaron heridos durante la última década del conflicto iniciado por EEUU en 2001. Recordemos que la organización empezó a documentar las víctimas en 2009, por lo que es imposible documentar de forma fehaciente el número de víctimas de los años de inicio de la agresión.
EEUU y las fuerzas aliadas, por su parte, también han sufrido múltiples bajas, así como las fuerzas militares afganas. A fecha de 2018, el número de militares muertos de la coalición liderada por EEUU ascendía a 3.459. En lo relativo a las fuerzas militares afganas, un informe del Instituto Watson cifraba en 58.596 las víctimas mortales, incluyendo soldados y policías, en toda la guerra. Sin embargo, el presidente afgano —Ashraf Ghani— aseguró en 2019 que más de 45.000 miembros de las fuerzas de seguridad de su país habían sido asesinados desde que él llegó al poder en 2014. Cabe destacar que nunca han sido claros al respecto de las pérdidas humanas y el número de heridos entre las fuerzas militares y policiales afganas.
Consecuencias regionales e internacionales
Varias son las posibles consecuencias que la vuelta al poder de los Talibán pone sobre la mesa; no obstante, es fundamental tener en cuenta que esto son puras especulaciones a la espera de ver cómo se van manejando las relaciones, no solo internas, sino también regionales e internacionales por parte del grupo fundamentalista ultraconservador.
– Emirato Islámico de Afganistán: ¿fuerza para el integrismo?
Es difícil dar por sentado que este contexto vaya a favorecer un aumento o refuerzo de los distintos grupos extremistas que se encuentran en la región circundante a Afganistán; sin embargo, no es algo que debamos dejar a un lado y es necesario recordar que, tanto China como Rusia e Irán, son objetivos de estos grupos y que, por ende, un refuerzo de los mismos supone una amenaza directa hacia estos países.
Es obvio que una agudización del conflicto en la zona perjudica a enemigos fundamentales de EEUU como son los anteriormente citados. A fin de cuentas, EEUU queda muy lejos de Afganistán y no ocurre así con los principales “rivales” geopolíticos de EEUU en la zona, para quienes un refuerzo de la inestabilidad y del fundamentalismo supone una amenaza directa en sus fronteras.
Es en este contexto en el que debemos entender las conversaciones que potencias como China han mantenido con el grupo talibán, en las que el gigante asiático ha sido claro en sus objetivos: garantizar la estabilidad de la zona y apostar por la moderación ideológica que también garantice estabilidad en el país. Intrínsecamente esto también supone no servir de pulmón a los grupos terroristas vinculados al Partido Islámico de Turkistán, de la etnia Uigur, que tantas muertes y atentados han provocado en China y en otras partes del mundo como Siria. A cambio China, que ya era el segundo país con más lazos comerciales con Afganistán, se compromete a reforzarlos y a crear nuevos lazos que garanticen el desarrollo económico de un país devastado tras 40 años de conflicto. No sabemos si los Talibán cumplirán sus acuerdos con China, como no podemos adelantarnos tampoco a la dirección que tomen otras conversaciones con otros actores políticos, pero es importante dejar claro que China ha sido transparente y tajante en sus exigencias en estas conversaciones.

Lo que está claro es que, actualmente, el poder real en Afganistán lo ostenta este grupo. De los diálogos internacionales y, sobre todo, de las decisiones que ellos mismos tomen, dependerá el destino del país en el corto plazo.
– Crisis humanitaria y de refugiados:
En los últimos meses, según cifras oficiales, más de 400.000 personas se habían visto obligadas al desplazamiento interno forzoso por el aumento de la violencia y la extensión del poder talibán. Como hemos visto estos días, las calles de Kabul se colapsaban con coches que trataban de huir de la misma ante la llegada del grupo extremista. Igualmente quedarán en la memoria las imágenes de decenas de personas tratando de agarrarse desesperadamente a los aviones estadounidenses que evacuaban a su personal en el aeropuerto internacional de Kabul (obviaré detalles macabros sobre este suceso). Esto podría ser preludio de un escenario ya conocido: una crisis de refugiados posiblemente similar a la ya vivida tras otros experimentos estadounidenses en la zona, como fue la guerra en Siria.
A su vez Afganistán, devastado por una guerra, actualmente requiere de una ayuda humanitaria internacional que, como ya dijimos, supone casi la mitad de sus recursos. Hablamos de una ayuda aprobada por Naciones Unidas que, sin embargo, países como Alemania comenzaban a cuestionar su ofrecimiento si los Talibán llegaban a tomar el poder. Lo cierto es que el hecho de reducir, mermar o incluso aniquilar la ayuda humanitaria no va a cambiar la realidad política de Afganistán, pero es un hecho que, en las condiciones actuales, este tipo de políticas —si se llegan a implementar— supondrían aumentar la situación de crisis humanitaria en el país y mermaría las condiciones materiales, ya precarias, de un país que lleva 40 años en guerra. Según las últimas informaciones parece que la UE tiene interés en reconocer al gobierno talibán, y tal y como ya hemos comentado, las negociaciones que se abran al respecto serán determinantes de cara al corto y medio plazo del país. Aún no está todo dicho.
Una derrota calibrada:
El rápido avance de los Talibán demuestra algo que, aunque se sabía, no solemos tener en cuenta: EEUU y sus aliados jamás llegaron a controlar todo el país, sólo las zonas especiales que les interesaron, como aeropuertos, pasos fronterizos y demás.
En la rueda de prensa, el presidente Biden reconocía que nunca fue su interés el control sobre el territorio y casi culpaba a los propios afganos —a su presidente que huyó y a su ejército que se entregó dócilmente a los Talibán— de ser los responsables de la situación. Cito textualmente “Los líderes afganos se rindieron, los militares se derrumbaron. En todo caso, los acontecimientos ratificaron que la decisión de EE.UU ahora fue correcta. Los estadounidenses no deberían morir en una guerra en la que las fuerzas afganas no quieren luchar.”
Entonces Biden tendrá que explicar a los ciudadanos de su país porqué han gastado millones de dólares y han causado miles de muertes y de heridos para preparar a un gobierno y a un ejército que no tenía ningún interés, dada su apreciación, en cumplir con su función.
Por otra parte, cabe destacar que, como señaló el presidente de los EEUU en su discurso, actualmente tienen fijados otros objetivos. Unos objetivos que abarcan, por un lado, el aumento de la presión sobre lo que consideran su “patio trasero” —Latinoamérica—, como las campañas de agresión contra Cuba, Nicaragua, Venezuela o el nuevo gobierno peruano, por poner algunos ejemplos. En el plano internacional se mantiene el acoso a la República islámica de Irán, a la Federación Rusa y a la República Popular China, entre otros. Las maniobras estadounidenses, tanto diplomáticas como de otras características, continuarán presentes en Afaganistán mientras beneficien a estos objetivos claros de la política exterior expansiva de los EEUU.
En ese sentido podríamos hablar de una “derrota calibrada”, en tanto que si bien hemos visto como las tropas estadounidenses y su personal diplomático se veía forzados a huir fuera de plazo, los planes expansionas estadounidenses siguen vigentes y han sabido perfectamente calibrar los beneficios de asumir esa “derrota”.
Nos queda ver estos días que intenciones tienen los talibanes. Por el momento, de cara al exterior, parecen haber ganado dotes diplomáticas mostrándose como moderados y siendo muy conscientes de que todos quieren sentarse a negociar con ellos.
Mientras, en Afganistán, la guerra civil puede terminar por desatarse del todo (5) o apaciguarse en una paz cruel como la que supone la vuelta al poder del grupo extremista ultraconservador Talibán. La historia de Afganistán se sigue escribiendo en estos momentos, debemos estar alerta y esperar.
NOTAS:
- Informe ONU- Opio en Afganistán. https://www.unodc.org/documents/crop-monitoring/Afghanistan/Afghan_opium_survey_2017_cult_prod_web.pdf
- Afganistán Socialista. https://baserrigorri.blogspot.com/2021/08/los-anos-socialistas-de-afganistan-el.html
- Talibanes toman la base aérea de Bagram. https://www.europapress.es/internacional/noticia-taliban-conquistan-gran-base-aerea-bagram-liberan-miles-presos-carcel-local-20210815132313.html
- Conferencia de prensa del presidente Biden. https://actualidad.rt.com/actualidad/401023-biden-afganistan-talibanes-kabul
- Resistencia antitalibán en Afganistan. https://actualidad.rt.com/actualidad/401529-resistencia-antitaliban-recuperar-multiples-areas-afganistan
Autor
Directora Revista La Comuna
Estudió Filología Hispánica en la Universidad de Sevilla. Gestora cultural, escritora, poeta y analista internacional en distintos medios escritos o audiovisuales. Autora de la compilación poética “La Generación de la Sangre I” para Editorial Ultramarina Cartonera, a través de la Plataforma de Artistas Chilango-andaluza.
“Arquitecturas y Mantras” de la Editorial Bucéfalo fue su primer libro de poesía en solitario. A su vez, actualmente colabora en Hispan TV y otros medios internacionales en habla hispana analizando la actualidad política. Miembro de la Asociación Cultural Volver a Marx. Milita en Trabajadoras Andaluzas.
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