“El caso de la masacre de Bucha y el Terrorismo de la indignación”
“El filósofo Domenico Losurdo ha acuñado el concepto de Terrorismo de la Indignación para referirse a la maquinaria propagandística que, debidamente enfocada al sistema emocional de la audiencia, fabrica un determinado relato (naturalmente falso) que provoque en el público una percepción de injusticia y el consiguiente refrendo a las campañas militares estadounidenses y, por extensión, occidentales”
La mejor forma de dominación es la que no se ve y la mejor forma de mentir es la que se ejerce usando imágenes debidamente presentadas como aparentes pruebas incontrovertibles.
La web de la cadena Euronews cuenta que “Hace un año el mundo descubrió con horror imágenes grabadas en las calles” de Bucha, un suburbio de Kíev. “Las tropas rusas se habían retirado, dejando tras de sí cientos de cadáveres de civiles, muchos de ellos abandonados en las calles”. Como es habitual, el medio europeo da voz al presidente del Estado ucraniano, especialista en grandilocuentes metáforas: “Cuando Bucha fue desalojada, vimos que el diablo no estaba en algún lugar indefinido, sino sobre el propio terreno”, ha recogido de la cuenta de Telegram de Zelenski. “La vida volvió poco a poco a Bucha, pero ninguno de sus habitantes ha conseguido olvidar aquellas semanas de horror. Tienen grabado a fuego lo que ocurrió en las calles y han dejado testimonios grabados. Muchas de las víctimas fueron enterradas en una fosa común junto a la iglesia del pueblo” y “Al menos 457 civiles fueron ejecutados por las tropas rusas en Bucha según cifras ucranianas” (1).
El filósofo Domenico Losurdo ha acuñado el concepto de terrorismo de la indignación (2) para referirse a la maquinaria propagandística que, debidamente enfocada al sistema emocional de la audiencia, fabrica un determinado relato (naturalmente falso) que provoque en el público una percepción de injusticia y el consiguiente refrendo a las campañas militares estadounidenses y, por extensión, occidentales. El caso de la masacre de Bucha es un caso paradigmático y el uso de estímulos visuales aparentemente objetivos es clave.
Unas imágenes de satélite difundidas por The New York Times apoyarían la tesis de que la matanza de civiles ocurrió antes de que los soldados rusos abandonaran la ciudad. “Un vídeo filmado por un miembro del consejo local el 1 de abril [de 2022] muestra varios cuerpos esparcidos por la calle Yablonska en Bucha. Las imágenes satelitales proporcionadas a The Times por Maxar Technologies muestran que al menos 11 de ellos habían estado en la calle desde el 11 de marzo, cuando Rusia, según su propio relato, ocupó la ciudad” (3).
En los principales medios occidentales se consideraron las fotos como prueba indiscutible: por ejemplo, el diario bruselense Le Soir publicó: “Las imágenes satelitales publicadas el lunes muestran que los cuerpos encontrados en Bucha ya estaban esparcidos por el suelo antes de la partida de las tropas rusas” (4). Se trataría de un “Horror que The New York Times subtituló como la creciente evidencia de las atrocidades por parte de Rusia, y que documentó con imágenes de satélite en las que se veían ya los cuerpos de los civiles asesinados en la calle tres semanas antes de que los rusos abandonaran la ciudad”, decía La Sexta (5).
Pero dichas imágenes, por sí mismas, en realidad no probaban nada, como reflexiona el periodista belga Michel Collon (6). Quienes las presentaron no aclaraban ni quién las hizo, ni de qué se trataba exactamente, ni cuándo, ni cómo ni por qué: para promover las dos sucesivas guerras contra ese país ya se utilizaron supuestas fotos satelitales de laboratorios químicos allí al efecto de convencer a los dirigentes de diversos Estados en la Asamblea de la ONU de que había que llevarlas a cabo; naturalmente, todas falsas, tal como demostró Collon, quien organizó una misión internacional con un centenar de personas de 17 países (las armas químicas habían sido desmanteladas y Washington lo sabía). En cuanto a las imágenes de Bucha, la citada firma Maxar está estrechamente vinculada al Gobierno estadounidense. Contratista clave del Departamento de Defensa, se convirtió en el fotógrafo favorito de los medios en relación con la guerra de Ucrania.
“Como cliente de Maxar, el Departamento de Defensa no es solo un consumidor pasivo de imágenes de Maxar; es, en cierto modo, coproductor de esas imágenes” y, por tanto,” los medios de comunicación pueden canalizar inadvertidamente imágenes al público que fueron ordenadas específicamente por el gobierno de los EE.UU., sin que esos medios, o el público, lo sepa con certeza”, en palabras de Laura Kurgan, directora del Centro de Investigación Espacial de la Universidad de Columbia. El 20 de febrero de 2022 el Parlamento ruso aún no había autorizado al presidente Vladímir Putin a usar la fuerza militar fuera del país y Ucrania aún no había declarado el estado de emergencia.
En la CNN las imágenes satelitales presuntamente revelaron que las fuerzas terrestres rusas se dirigían hacia la frontera con Ucrania. “Algunas de las fotos mostraban claramente la actividad militar rusa, incluidas las filas de tanques. Pero algunas de las fotos mostraban solo huellas de llantas en la nieve y podrían haber sido confundidas con pinturas abstractas o pisos alfombrados, como bromeó un usuario de Twitter”. La presentadora de ese canal, Pamela Brown, le preguntó al general retirado del ejército Mark Hertling qué le decían aquellos planos. “Bueno, son imágenes fijas”, dijo, y luego planteó la hipótesis de que mostraban una unidad militar entrando en un área de preparación o dirigiéndose a una posición de ataque, como lo más probable. “Pero no puedes simplemente tomar las imágenes individuales y sacar una conclusión de ellas” porque los analistas militares tomarían en consideración las imágenes satelitales, pero junto con “señales de inteligencia”, “objetivos en movimiento” e “inteligencia humana desde el suelo”.
No obstante, en opinión de Brown las imágenes en cuestión parecían un presagio definitivo de guerra: “una imagen que reúne toda la inteligencia”. Le pidió a otro analista que especulara sobre si las imágenes reforzaron la creencia de los funcionarios estadounidenses de que “se ha dado órdenes a los comandantes [rusos] de proceder con una invasión”; una inferencia expresada con un alto grado de certeza, pero extraída de una serie de fotos en gran parte anodinas, especialmente si tenemos en cuenta que Brown no explicó su procedencia. De hecho, la periodista de la CNN “ni siquiera mencionó a la empresa que capturó y proporcionó las fotos. Pero si los espectadores miraban de cerca la esquina superior derecha del marco, podían ver el nombre por sí mismos: Maxar. Y solo si se hubieran molestado en buscar el nombre, como seguramente pocos hicieron, se habrían enterado de que”, como ya hemos apuntado, “Maxar Technologies es el principal contratista de inteligencia geoespacial del Departamento de Defensa, una empresa multimillonaria cuya relación con los principales medios de comunicación es casi tan cómoda como su relación con el gobierno de los EEUU”.
Las mismas fotos que aparecieron en la CNN el 20 de febrero aparecieron en docenas de otros medios, incluidos The New York Post, The New York Times y Reuters. Desde entonces, apenas pasó un día sin que un medio mostrara imágenes de Maxar, principalmente del bombardeo de Mariupol (National Public Radio, USA Today, The Guardian) y la destrucción de un teatro donde supuestamente se refugiaban civiles (NBC News, Business Insider, The Washington Post). Axios ha presentado a menudo imágenes de Maxar en su cobertura de Ucrania con historias bajo el título “Las imágenes satelitales muestran…”. Según el propio presidente y director ejecutivo de Maxar, Dan Jablonsky, “Si ha visto imágenes satelitales de alta resolución publicadas en relación con una historia importante, es muy probable que esa imagen sea tomada por un satélite Maxar” (7).
En suma, cuando los medios occidentales reproducen las fotos de The New York Times (diario con un amplio historial de mentiras a sus espaldas, como las famosas armas de destrucción masiva de Irak) presentándolas como la verdad ineludible olvidan mencionar que provienen de una firma estrechamente ligada al Gobierno de Estados Unidos y los comerciantes de armas. Por cierto, la citada Euronews es un medio que se ha hecho famoso por su formato de presentación de noticias a través de imágenes sin contextualizar: “Sin compromiso, sin argumento, sin sesgo, No Comment. Entérese de los hechos sin comentarios”, declara en su web (8). También la CNN sigue la misma línea de invisibilizar todo enfoque o punto de vista mediante la supuesta imagen objetiva y limpia: “Lo estás viendo” (9), en su versión anglosajona, o “Está pasando, lo estás viendo” (10), para el mercado castellanoparlante, es su eslogan. Ya se sabe: “así son las cosas y así se las hemos contado”, decía el periodista Ernesto Sáenz de Buruaga (apellido, por cierto, de siniestras resonancias para el pueblo andaluz por las atrocidades del bando fascista durante la llamada guerra civil) (11) cuando presentaba el Telediario de TVE.
Notas:
- Euronews.com, 31/III/2023. Pinche AQUÍ para enlace web.
- LOSURDO, Domenico (2015): La izquierda ausente. Crisis, sociedad del espectáculo, guerra. Barcelona: El Viejo Topo.
- Nytimes.com, 4/IV/2022. Pinche AQUÍ para enlace web.
- Lesoir.be, 6/IV/2023. Pinche AQUÍ para enlace web.
- La Sexta, 4/IX/2022. Pinche AQUÍ para enlace web.
- Mentira mediática del día – Bucha: ¿qué sucedió realmente? Michel Collon. Investigaction.net, 15/IV/2022 Pinche AQUÍ para enlace web.
- Newrepublic.com, 31/III/2022. Pinche AQUÍ para enlace web.
- Página de Euronews. Pinche AQUÍ para enlace web.
- Pinche AQUÍ para enlace web.
- Pinche AQUÍ para enlace web.
- Las ‘honestas y leales’ hazañas de un Sáenz de Buruaga en la Guerra Civil. El Plural, 15/XI/2019. Pinche AQUÍ para enlace web
Autor
Manuel Rodríguez Illana (1975, Sevilla, Andalucía), es doctor en Periodismo, licenciado en esa especialidad y en Psicología y profesor de Lengua Castellana y Literatura en la enseñanza secundaria. Como analista mediático es autor de El españolismo sonriente (2017), Por lo mal que habláis (2019) y Andalucía, basurero del Estado español (2021) en Editorial Hojas Monfíes, así como El esclavo feliz (2022) en Secretolivo Ediciones. Es miembro del Laboratorio de Estudios en Comunicación (Ladecom) de la Universidad de Sevilla y del Grupo de Análisis de Noticias sobre Divulgación Lingüística, las Lenguas de España y sus Variedades (Lengua y Prensa) de la Universidad de Málaga.
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