“La única bandera que jamás será enarbolada por la clase dominante es la de la redistribución de la riqueza y la democratización de la toma de decisiones.” Artículo de Arturo Gallegos 

Conversando recientemente con la directora del centro de idiomas de una reconocida universidad pública alemana, me enteré de una más de las problemáticas originada por la llamada “crisis de los refugiados” en Alemania. Me explicaba la docente, que actualmente en su centro hay una gran carencia de maestros del alemán. ¿Cómo es posible esto? Pues resulta que hay un éxodo laboral de maestros que antes enseñaban el idioma a estudiantes universitarios foráneos, hacia los llamados “cursos de integración” para refugiados.

Salvo excepciones, la razón de este giro en la carrera de muchos docentes no obedece a un cambio repentino en sus valores morales, sino en su mayoría a razones económicas. Los cursos de integración son financiados directamente por la federación alemana y solo se puede trabajar en ellos si se cuenta con un certificado especial expedido por el ministerio federal de inmigración y refugiados (Bundesamt für Migration und Flüchtlinge – BAMF, en alemán). Un maestro sin “BAMF” gana aproximadamente 17 euros la hora y uno que tiene “BAMF” aproximadamente 35 la hora. Los cursos que ofrece el BAMF a maestros para obtener este certificado cuentan naturalmente con listas de espera desde hace años.

“Un maestro sin “BAMF” gana aproximadamente 17 euros la hora y uno que tiene “BAMF” aproximadamente 35 la hora.”

Pero no solo los docentes del idioma han volteado hacia los refugiados por intereses económicos. El primero en hacerlo ha sido precisamente el gobierno Alemán. La administración de Angela Merkel no se ha vuelto filántropa de la noche a la mañana. Hay una razón por la cual se incentiva, admite y apoya a los refugiados (se les suministra vivienda, cursos de idioma, dinero y enseñanza profesional). La razón es también económica. Y es que, la carga del financiamiento de todos estos apoyos recae en los contribuyentes, en pocas palabras en el pueblo. Sin embargo la riqueza que generan los refugiados durante el proceso de integración y también una vez integrados en el mundo laboral se queda y quedará en manos privadas.

refugiados

Merkel se hace un selfie con un refugiado sirio

Son los empresarios y dueños de fábricas quienes terminan apoderándose de esta fuerza laboral barata que representan los refugiados y que por sobre todo, no les ha costado nada capacitar, puesto que el Estado se ha hecho cargo de estos costos. Pero los refugiados no solo representan una ganancia para la burguesía alemana una vez que comienzan a trabajar. El simple proceso de integración les representa ganancias porque el Estado paga directamente a escuelas privadas por los cursos de alemán de los refugiados, así como también paga directamente a las empresas por las capacitaciones que les ofrecen a los refugiados y donde muy probablemente también terminarán trabajando. Es un negocio redondo. La clase política coloca recursos federales provenientes del pueblo en manos privadas, y en cambio, la burguesía alemana apoya económicamente y logísticamente con toda su maquinaria a los partidos políticos que sostienen el mantenimiento del estatus-quo favorable a las grandes corporaciones.

“Son los empresarios y dueños de fábricas quienes terminan apoderándose de esta fuerza laboral barata que representan los refugiados y que por sobre todo, no les ha costado nada capacitar, puesto que el Estado se ha hecho cargo de estos costos.”

Pero el pueblo no solo carga con el gran peso económico que este esfuerzo representa, sino también con los costes sociales y políticos. Es el pueblo de a pie, quien comparte sus comunidades con los recién llegados y no la clase pudiente alemana, que a diferencia, viven mayormente en zonas exclusivas o de alto costo, a las que naturalmente no solo los refugiados, sino la clase más explotada alemana tampoco tiene acceso. Esta convivencia diaria entre culturas diferentes necesariamente crea roces que a su vez crean el coste político en el pueblo, que se da mayormente en la estigmatización racista, por no estar de acuerdo con la política migratoria federal. Tanto la crítica al laxo y deficiente sistema de otorgamiento de estatus de refugiado, como la propuesta de revisar el financiamiento de todos estos programas de apoyo al refugiado son inmediatamente tachados de posicionamientos racistas y-o reaccionarios. Esta estigmatización racista del pueblo a su vez lo empuja hacia las explicaciones simplistas y racistas de la derecha xenófoba, puesto que el ciudadano común termina por ver a los refugiados como una amenaza no solo a su fuerza laboral, sino a su cultura completa.

Pero debemos recordar que la crisis de los refugiados no es un evento que ocurrió por arte de magia. No fue sino hasta después de la destrucción de Libia como Estado funcional, y el intento de hacer lo mismo con Siria, que el problema tomó proporciones insostenibles. Ambos conflictos fueron apoyados por el gobierno Alemán y hasta el bombardeo con misiles a Siria por parte de Trump en 2017 fue aplaudido por Angela Merkel. Sería inocente pensar que Merkel no era consciente de las consecuencias que estos conflictos tendrían en materia migratoria no solo para Alemania, sino para toda la Unión Europea, aun así no se opuso al apoyo logístico y armamentístico de los grupos terroristas bajo la cortina de la “libertad y la democracia”, la cual sigue sin aparecer ni en Afganistán, Iraq, Libia o en el territorio controlados por los “rebeldes” en Siria.

Refugiados

Recorte de Telesur

La crisis ha aumentado tanto que el líder de la Unión Social Cristiana de Baviera (CSU en alemán) Horst Seehofer ha estado a punto de romper la tradicional y simbiótica alianza que sostiene con el CDU de Merkel, amenazando así la estabilidad de toda la gran coalición federal que ambos partidos tienen con el también ya simbiótico y hasta cierto punto parasitario Partido Social Demócrata (SPD en alemán).

Seehofer (al igual que Trump) no comprende que los intereses capitalistas de Alemania como centro del neo imperialismo europeo se debilitarían de no contar con la mano de obra barata y fácilmente explotable que los refugiados representan. El neo-populismo de derecha que está incrustado en el cerebro de Seehofer es del mismo tipo que en la actualidad infesta los gobiernos de Italia, Austria, Polonia y del mismo Estados Unidos. Bajo esta concepción pesa más la homogenización racial o religiosa, a veces en detrimento de sus intereses económicos, lo cual los pone en directa confrontación con los conservadores neo-liberales representados por Merkel, Macron y compañía dentro de la UE y por Clinton, Obama y muchos otros en EU.

Lamentablemente la mayoría del espectro político progresista mundial (incluyendo gran parte de la izquierda) parece limitarse a solo hacer un frente común (coincidiendo con conservadores neoliberales) contra los tipos de Seehofer y Trumps. Hay una especie de santidad en el tema de los refugiados principalmente en cuanto a dos puntos. Prmero, como ya lo mencione la satanización de “racista” hacia cualquier crítica que ponga bajo la lupa la política hacia los refugiados. Y segundo, la cerrazón para reconocer que dentro del contingente de refugiados existe de hecho una considerable presencia de ex combatientes y de terroristas que al ir perdiendo la guerra en Siria, deciden emigrar a Europa con documentos falsos (muchos grupos terroristas tuvieron y tienen acceso a documentos oficiales libios y sirios por haber ocupado oficinas gubernamentales).

La ausencia de un análisis de clase y la falta de un correcto seguimiento y evaluación de los conflictos armados en el medio oriente no le permite a este componente político centrarse en el problema de fondo, que la crisis de los refugiados es el producto de las políticas neoliberales impuestas a otros Estados por países como los EU, Alemania, Francia y Gran Bretaña. Estas políticas crean refugiados económicos que se suman a los refugiados por conflictos armados auspiciados por los mismos países para imponer Gobiernos afines a estas políticas neoliberales y privatizadoras. El hecho de que la guerra fría terminara no significó que occidente renunciase a la imposición de su voluntad por medio de la fuerza sobre cualquier Estado que sin ser de corte socialista, se niegue a ser explotado.

“El hecho de que la guerra fría terminara no significó que occidente renunciase a la imposición de su voluntad por medio de la fuerza sobre cualquier Estado que sin ser de corte socialista, se niegue a ser explotado.”

En conclusión debemos atacar el problema de raíz. Debemos luchar por los derechos de todos, no solo del de los refugiados. Lo que menos necesitamos es otro apartado que se sume a la larga lista ya existente (feminismo, homosexualismo, indigenismo etc.). Debemos politizar a los refugiados, tanto como a cualquier otro grupo social, e incluirlos en la batalla en contra de estas políticas neoliberales, privatizadoras y explotadoras. El objetivo de la burguesía es la “tercermundialización” de los países industrializados y arrebatarles así a sus ciudadanos los derechos que se les habían otorgado renuentemente dentro del marco de la competencia con el socialismo real. Este despojo de derechos no obedece ni al estatus migratorio, ni a preferencias sexuales ni si se es o no pueblo originario. Todas estas banderas de identidad pueden ser utilizadas hipócritamente por la burguesía (como lo hizo Obama o lo hacen Merkel y Clinton). La única bandera que jamás será enarbolada por la clase dominante es la de la redistribución de la riqueza y la democratización de la toma de decisiones.

El problema de los refugiados no es una cuestión de gente egoísta contra gente dadivosa, de racistas contra cosmopolitas, de personas buenas contra malas. Es una lucha de clases donde la burguesía utiliza mano de obra extranjera barata para enriquecerse y para dividir a la clase trabajadora, cobijándose en el manto del liberalismo y la moralidad. Moralidad que por cierto no les impide nunca apoyar guerras en el extranjero mientras menoscaban los derechos sociales y laborales de sus propios paisanos en casa, reduciéndolos a la apatía y a la obediencia o empujándoles a los brazos de la xenofobia y el etnocentrismo.

Arturo Gallegos

Publicado originalmente en Fort Russ

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Docente de derecho constitucional en la Facultad de Derecho de la Universidad Fridrich-Schiller en Jena, Alemania. Miembro de la comisión de relaciones internacionales del Partido Popular Socialista de México.