“Cuba cuenta con dos elementos muy importantes para superar cualquier crisis de este tipo: Experiencia acumulada y conocimiento” Crónica de Carlos Aguilar desde La Habana

Llegada a La Habana

Aterricé en La Habana en día 21 de Marzo de 2020 a las 18 horas. Mi vuelo partía de Bogotá, justo dos días antes de que el pánico institucional se extendiera en Colombia como una mancha de aceite sobre sus ciudadanos. El día 23 de marzo el gobierno colombiano, con el presidente Duque a la cabeza, anunciaba el cierre de fronteras aéreas, marítimas y terrestres para enfrentar al “nuevo enemigo mundial”.

Mi viaje a Cuba estaba programado para el día 23 de Marzo justamente, y por esta razón tuve que adelantar mi vuelo. Por un momento me planteé regresar a la península ibérica, a mi casa, pero ante la suspensión de vuelos a España, que provocó una larga lista de espera de españoles queriendo regresar, decidí cambiar mi destino. Esta vez sí estuve audaz, rápido.

Tenía que decidir dónde quería estar para pasar esta cuarentena que prometía ser larga y dura: elegí Cuba. No quería quedarme en Bogotá por nada del mundo y por varias razones. Fue un momento prueba de que un ser humano tiene el destino en sus manos, al menos el destino en letra pequeña. Mis planes era ir a vivir a Cuba en Septiembre, pero
esta situación del virus hizo trizas esos planes. Y una parte de mí, aquella parte de nosotros que se mueve por un instinto de supervivencia, hizo que mirara a Cuba como un lugar en el cuál me iba a sentir mucho más seguro que en cualquier otra parte del mundo.

Al salir del avión me dirigí al puesto de control migratorio. No había aún tensión en el aeropuerto. Hice cola y al llegar al puesto vi que los policías llevaban mascarilla, o tapabocas como dicen en Colombia, o nasobuco como lo llaman en Cuba. La noche anterior un amigo cubano me escribió alertándome de que tal vez iban a llevarnos a todos
los extranjeros a un hospital para pasar una cuarentena de 14 días. Yo le desmentí esa información ya que el presidente cubano Miguel Díaz-Canel había anunciado esas medidas a partir del día 26 de marzo, así que no tenía ningún miedo. Sí que tenía miedo, en cambio, a que pudieran impedir que entrara a Cuba cualquier extranjero y pudieran retenerme en tierra de nadie, en el vacío, en ese “no lugar” que puede llegar a ser una sala de espera
para deportados o viajeros “devueltos” a su lugar de origen. Nada de todo esto pasó, y entendí que el miedo activa la imaginación para ser más grande, como decía Shakespeare.

Llegué por fin al puesto de control. Un chico joven miraba mis papeles y me hacía preguntas, con esa mirada única e inconfundible de todos los agentes migratorios del mundo; seriedad y neutralidad bien estudiada. Aunque un hecho bastante gracioso me hizo advertir que me encontraba al fin y al cabo en el caribe. Una chica, policía fronteriza,
se encontraba pegada a las espaldas del chico que me atendía y lo rodeaba con sus brazos en una actitud muy acaramelada, mientras el chico, impasible e insensible a las caricias de la chica, indagaba mi pasaporte como si allí hubiera rastros del alma de uno. No pude evitar sonreír ante tal fotografía y automáticamente me calmé. El chico me dijo que esperara atrás de todo, así, sin darme más explicaciones. Al igual que a mí, habían retenido a una chica oriental y a un chico quizás brasileño. Así que éramos tres extranjeros que debíamos permanecer allí “atrás de todo”, mientras nuestros pasaportes pasaban de mano en mano entre los agentes de migración cubanos. Hubo cierta tensión en nosotros tres. A los treinta minutos de reloj nos entregaron los pasaportes y nos dijeron amablemente: bienvenidos a Cuba. Faltaba otro filtro. Tres médicos cubanos (todas mujeres) me preguntaron si tenía síntomas, de qué país venía, adónde me iba a hospedar y un teléfono de la casa de renta, como aquí la llaman. Los taxistas iban todos con nasobuco, pero casi nadie más lo llevaba. El gobierno cubano aún no había declarado estado de emergencia sanitaria.

Cogí un taxi que me transportó hasta la casa de renta en la que aún sigo. Durante el trayecto hablamos tranquilamente sobre lo que esta pandemia -aún no declarada por el gobierno- iba a suponer para el turismo en Cuba. El señor taxista, de unos 55 años, me condujo amablemente hasta mi destino. Días anteriores me había llegado por  whatsapp un mensaje de una supuesta médico cubana que sin dar su nombre ni mucho menos su número de colegiada, echaba pestes del gobierno cubano, acusando a este de cometer un asesinato colectivo al no cerrar fronteras en pos del turismo. A mí me sonó a pura propaganda anticomunista exportada de Miami. Me di cuenta de que Miami, ciudad que recibió a un millón de cubanos desde el año 1959, seguía produciendo veneno, tratando de inocularlo en la sangre del pueblo cubano. Comenté el hecho rápidamente con mis dos amigos y ellos se burlaban con cierta seriedad de esa “gusanería” (como ellos llaman a los disidentes cubanos), incapaz de ser ni tan siquiera una oposición seria. Ellos sostuvieron que es cierto que el gobierno cubano debería ya cerrar aeropuertos, como sí hizo Nicolás Maduro en Venezuela, pero que según ellos, los médicos cubanos aún no consideraban a la enfermedad estar en fase de pandemia. Recuerdo la sensación en el ambiente; había una calma que no había en Colombia u otros países.

A las 21 horas de ese mismo día, a tres horas de haber aterrizado, la casera de la casa de renta tenía en su poder todos los datos de mi pasaporte. La médico familiar (así lo llaman ellos) de la zona recibe todos esos datos desde migración y posteriormente reportan la información a la casera que me da hospedaje. Así funciona el sistema médico en Cuba. Cada barrio tiene asignado un médico y una enfermera. Y hay una cosa que ellos llaman Las pesquisas. Es decir, el médico realiza pesquisas (visitas de chequeo médico) junto a una enfermera o enfermero casa por casa. Y así, desde cada mañana a las 10am una médico o enfermera pasa por la casa en la que estoy para tomarme la temperatura y preguntarme si tengo síntomas. Esto lo han hecho durante 14 días y lo seguirán haciendo mientras dure la cuarentena. Y lo harán con todos los que arribaron a Cuba desde el 17 de Marzo.

“Las Pesquisas”. IMAGEN: ON CUBA Foto: Otmaro Rodríguez.

Segundo día en La Habana

El gobierno anuncia que se entraba a partir del martes 24 en la fase dos de emergencia. Se cierran escuelas, institutos y universidades y todos los espacios con afluencia de personas, incluidos restaurantes, hoteles, salas de fiestas y eventos culturales y deportivos. Se recomienda a la población quedarse en casa. Salgo al tranco de la puerta y veo que el 80% aproximadamente de las personas lleva puesto un nasobuco. Le pregunto a mi casera que de dónde sacan los nasobucos y me dice que se los hacen ellos. Al día siguiente una vecina, señora de unos 70 años que vive al lado, llama a nuestra puerta y nos trae cinco nasobucos, uno para cada uno de los que estamos aquí. Los está regalando, haciéndolos para sus vecinos y amigos, y así funciona el pueblo cubano en este tipo de cosas. La solidaridad sin alaracas. La vecina los hace para el vecino y punto, y sin cobrar nada por supuesto. Lo confeccionan con cualquier pedazo de tela y la verdad son bastante buenos. Este hecho me pareció un gesto humano que dice mucho sobre la solidaridad, auténtico estandarte de este pueblo y su revolución.

A las 11 horas AM de cada día y por televisión, el jefe médico de epidemiología de Cuba, que trabaja directamente con el Ministerio de Salud Pública (así se llama), da un parte de la situación de la pandemia a toda la población. Es un señor encantador tremendamente serio, con esa seriedad propia de alguien sólido, que habla con sobria autoridad y sin entrar en adornos ni politiquerías. Osea, parte médico de la situación: número de casos a nivel mundial y luego se centra en Cuba, tanto contagios, sospechosos de contagio, muertos, curados, test rápidos realizados…etc. Incluso explica caso por caso de dónde procede el contagio, y su estado de salud que oscila entre leve, asintomático, sintomático, crítico, grave y decesos.

Imagen del parte médico diario en la televisión cubana

Hasta hoy, 5 de abril hay 8 decesos, todos ellos con otras patologías graves. La sensación de ver a este señor hablar en televisión es muy agradable, ya que te infunde respeto, calma, autoridad y la certeza de que en Cuba hay un cuidado por la salud y un rigor en el trabajo de los médicos, que uno piensa realmente que la cosa está muy controlada, pese a que el señor siempre advierte que no nos podemos confiar aún cuando las cosas no van del todo mal. Desde el día 2 de abril llegaron unos 100000 aparatitos para hacer test rápidos que en veinte minutos te dicen si tienes el bicho o no lo tienes. Estos test llegan directamente de China, país en donde construyeron un centro médico para producir los medicamentos cubanos que van apareciendo.

Esta fábrica de medicamentos es chino-cubana y hace unas semanas el presidente Chino aplaudía y agradecía la capacidad y el compromiso de los médicos cubanos. No sé lo que contarán en Europa, pero aquí la prensa habla de que China empezó a curar a sus enfermos con el medicamento cubano Interferón Alfa-9. No es que cure, pero sí refuerza el sistema inmunológico del paciente y lo prepara para recibir otros medicamentos. El Interferón es antiguo, ya funciona desde hace muchos años en Cuba y en el mundo.

El pueblo cubano ve mucho las noticias y los partes médicos sobre la pandemia y la Mesa Redonda, un espacio televisivo que trasmiten cada tarde a las 18 horas en la cual acuden todos los ministros. A veces el Ministro de Salud Pública, otras la Ministro de Finanzas, otras el Ministro de Economía, y todos ellos van explicando de qué medios dispone Cuba para enfrentar una pandemia como esta, en caso de que se compliquen las cosas.

Informan con datos en mano qué medidas se están tomando para abastecer de alimentos a su pueblo y de cómo se están organizando en todos los sectores industriales, agrarios, de servicios, de salud y educación del país. Por ejemplo, los niños de hasta sexto grado siguen tomando sus clases desde casa, en un programa llamado Teleclases que consiste en que los maestros dan sus clases para los niños desde un plató de televisión. Así, los niños siguen tomando clases para no perder el ritmo y la dinámica en sus estudios. Los niños cubanos. Auténticos dueños de las calles, que alegran son sus juegos todos los rincones de su ciudad, esta vez están confinados en sus casas asistiendo a sus Teleclases. (Pinche aquí para más información sobre las teleclases)

“Teleclases” durante la cuarentena en Cuba. IMAGEN: RADIO GUAMÁ

También hay personas que no respetan nada ni acatan las medidas propuestas por el gobierno. Lumpen e inconscientes hay en todos lados. Pero la Policía Nacional Revolucionaria (así la llaman) ya está en las calles para evitar la aglomeración de personas en las colas de las tiendas de alimentos y, para enviar a casa a los incautos que vagan en las esquinas charlando con sus amigos como si aquello no fuera con ellos.

Mis días transcurren así, observando atentamente cómo es y cómo se comporta este pueblo ante esta situación. Hay que tener en cuenta que Cuba cuenta con dos elementos muy importantes para superar cualquier crisis de este tipo: Experiencia acumulada y conocimiento.

Experiencia acumulada:

Cuba sufrió tres ataques bacteriológicos en su historia pertrechados por la CIA en colaboración con sus lacayos cubanos de Miami. En el año 61 y 62 la Operación Mandinga de la CIA que introdujo virus y bacterias para contaminar la caña de azúcar. La Fiebre Porcina en el año 71 en la que tuvieron que sacrificar a miles de cerdos, el Dengue Hemorrágico que causó la muerte de 150 personas, todas ellas introducidas por los cálidos vecinos del norte en un intento de asesinar a miles de personas y derrocar el socialismo en Cuba. Todo esto ya es sabido por todos, simplemente hago un apunte para señalar de dónde procede toda esa experiencia acumulada que sabe enfrentar al enemigo en sus múltiples formas. Es decir, tener una pandemia que amenaza a toda la población no es nada nuevo para el pueblo y el gobierno cubano. Tienen una capacidad muy grande de movilización de toda la población que responde seria y rigurosamente ante ataques militares, guerras bacteriológicas, terremotos y huracanes.

Conocimiento:

Cuba tiene 9 médicos por cada 1000 personas. Es decir, en la actualidad posee casi cien mil médicos profesionales y 63.379 estudiantes en las facultades y universidades de medicina. Hay 13 universidades con un total de 25 facultades de ciencias médicas. Si tenemos en cuenta que en política “un médico es un arma”, Cuba tiene un ejército de médicos muy bien preparado y capaz de ejecutar numerosas misiones en todos los oscuros rincones del mundo, como decía el comandante. Fidel, en su capacidad de visionario, con esa mirada suya siempre oteando el horizonte, supo ver cuáles serían las necesidades del futuro y cuáles podían ser los pilares fundamentales que iban a sostener a su amada isla; La solidaridad, La cultura y La ciencia. Y no en vano a principios de los 80 inauguró el que es hoy el Centro de Medicina Molecular y Biotecnología más avanzado de toda Latinoamérica y uno de los mejores del mundo. Esto no es proselitismo. Cuba inyectó miles de millones de dólares para la investigación científica y hoy por hoy es el país que
más vacunas y medicamentos per cápita ha patentado en los últimos 20 años.

Estos dos elementos que acabo de nombrar como la experiencia acumulada y el conocimiento, hacen que el pueblo cubano tenga una gran confianza en su Salud Pública. Incluso a veces demasiada, porque hay personas que se piensan que los cubanos son inmortales y no hay virus que los tumbe.

Anoche veía un programa sobre las misiones de los médicos cubanos por todo el mundo y es realmente impresionante. Y cuando los cubanos veían estos días las noticias de sus misiones arribando a Lombardía, el peor foco de la pandemia del mundo, una señora negra de unos 60 años, vecina, se acercó a nuestra puerta a saludar a su amiga y dijo con ese acento cubano que no sé por qué me recuerda al andaluz: “ha llegado el momento de hacer historia.”

Hasta aquí mi humilde crónica, ya que no soy periodista ni lo pretendo. Seguiré informando desde La Habana.

5 de abril de 2020.

Carlos Aguilar

Autor

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Actor, director, dramaturgo y parafraseador teatral que inició su carrera con el maestro Ricard Salvat en Barcelona y es, en estos momentos, el director de la Companía Teatral CLAU.

Su andadura recorre la dirección en obras del calado de "De noche justo antes de los bosques"  2006.- Koltès, B.M. "Pagina en blanco"  2009.- Autoría Colectiva. "Como la lluvia oblicua"  2010.- Autoría Colectiva o "La casa de Bernarda Alba" de Lorca. Se formó, académicamente, en el Col.legi de Teatre de Barcelona en el año 1999, iniciando su carrera profesional antes de sus estudios en la Compañía de Teatro de Calle Scura en el año 1995.