La estrategia de Iglesias en Madrid era arriesgada y finalmente fue un fracaso
Pablo Iglesias debía saber que, en efecto, la principal consecuencia de que él, reconvertido en muñeco de paja, se presentase a las elecciones madrileñas era un presumible llamado al voto útil de los sectores más de derechas hacia Ayuso.
La intención de Iglesias, es de suponer, no era esa. Su principal intención era evidentemente evitar la desaparición de su formación de la Asamblea madrileña. En ese sentido, su rival principal era Más País, o la formación surgida tras la escisión que protagonizó Iñigo Errejon en Podemos Madrid.
Lo cierto es que tenía más posibilidades Más Madrid que Unidas Podemos, como de hecho se ha demostrado en los resultados. La formación Más Madrid quedaba como segunda fuerza política adelantando a un PSOE que era la fuerza política más dañada de las que aún mantienen representación parlamentaria.

Pero la estrategia de Iglesias también tuvo otras consecuencias que afectaron a otros actores políticos. Como es el caso de Ciudadanos. El partido naranja, que nace y se desarrolla al amparo de la corrupción del PP y el voto de castigo por tanto de sus votantes tradicionales, daba, desde hace tiempo, muestras de desgaste y efectivamente casi que podríamos hablar de que era la crónica de una muerte anunciada… Al fin y al cabo ni sus pactos con el PP y Vox ni el hecho de que la corrupción haya pasado a un segundo plano de debate han ayudado a su supervivencia.
Y con esto entramos en otro punto que creo clave para entender porqué la estrategia de Iglesias fue un clarisimo error: el debate de la campaña.
En una situación extrema donde la gestión de la crisis del Covid ha sido altamente deficitaria, no sólo desde el Estado Español, sino también en base a las competencias autonómicas madrileñas. Con una crisis social y económica aguda. El debate ha girado en relación a una supuesta “Batalla del Ebro” librada por Pablo Iglesias contra el fascismo.
Este elemento ha sido clave para tapar todas las miserias de la gestión política de Ayuso y rebajar a niveles emocionales y simplistas todo el debate político. En ese escenario Pablo Iglesias estaba más que vendido, sin embargo, parecía que él, con su experiencia mediática, no calibró las consecuencias de fomentar este tipo de campaña.
Ayuso no hizo campaña realmente, no le hizo falta. Hemos oído locuras tremendas por parte de miembros del PP estos días, desde el alcalde de Madrid diciendo que “eran fascistas pero sabían gobernar”, a otra representante del partido que decía a las claras que Ayuso era “el malo conocido”. Y sin embargo, en esta campaña perezosa demostraban una y otra vez que sabían perfectamente que no hacía falta hacer campaña, que Iglesias con su sola presencia la estaba haciendo por ella.
Otro elemento a integrar en este análisis es el papel que ha jugado y juega Unidas Podemos dentro del gobierno con el Psoe. Muchos advertimos que no era buena idea, que UP se vería maniatado, tendrían que asumir las políticas de sus socios del PSOE, socioliberales, y que las consecuencias de todo ello no las iba a pagar Pedro Sánchez sino Unidas Podemos. Todo esto sin poder prever la crisis del Covid, si sumamos esta situación, el desgaste político de Unidas Podemos y sobre todo de Pablo Iglesias como vicepresidente ha sido enorme.
Un desgaste innecesario que no ha compensado ni era posible compensar con políticas reales y realistas de carácter progresista. No sé derogó la reforma laboral, ni siquiera la del PP; no se controló el auge de las casas de apuestas; no se garantizó la vivienda digna; no se intervino de ninguna manera contra el abuso de las eléctricas… Y todo esto eran políticas que su formación había defendido en su breve historia hasta el final. Por el contrario, se produjo una subida del salario mínimo insuficiente, que además dado el paro y el tipo de contrataciones apenas afectó a la población, se presentó el Ingreso mínimo Vital de una forma poco accesible en lo técnico y en sus exigencias, lo que ha provocado que sean pocos los que se han beneficiado de esta medida. Y realmente el aporte es poco más.
Por último, destacar que no da buena imagen dimitir cuando llegaste a esa posición teóricamente para “combatir” el fascismo, porque das a entender que el fascismo se combate sólo un día al año y no trabajando el resto de los días poniendo freno a las políticas criminales de Ayuso, estando en los barrios, en los puestos de trabajo y haciendo – ya que en Madrid puede ser más fácil–un auténtico trabajo político desde abajo.
Los de “abajo”, algo que gustaban repetir incesantemente en sus comienzos. Porque solo desde abajo, con la clase trabajadora – y Pablo Iglesias es un señor leído y estudiado y por tanto lo sabrá – se podrá de verdad combatir el fascismo.
Huir en plena noche electoral de la “Batalla del Ebro” deja claro que ese elemento tan estructural de su campaña era sólo pura propaganda.
Autor
Directora Revista La Comuna
Estudió Filología Hispánica en la Universidad de Sevilla. Gestora cultural, escritora, poeta y analista internacional en distintos medios escritos o audiovisuales. Autora de la compilación poética “La Generación de la Sangre I” para Editorial Ultramarina Cartonera, a través de la Plataforma de Artistas Chilango-andaluza.
“Arquitecturas y Mantras” de la Editorial Bucéfalo fue su primer libro de poesía en solitario. A su vez, actualmente colabora en Hispan TV y otros medios internacionales en habla hispana analizando la actualidad política. Miembro de la Asociación Cultural Volver a Marx. Milita en Trabajadoras Andaluzas.
Completamente de acuerdo, Carmen. Más claro, agua.