“Estas elecciones han sido una victoria más en el proceso de autodeterminación del pueblo sirio”
“De los 250 escaños en litigio, 127, más de la mitad, están destinados a representantes de la clase obrera y campesinos”
“La gente de la zona liberada de Idlib ha podido votar. Igualmente lo ha podido hacer la gente de la zona también recientemente liberada de la Ghouta”
“El caso de Bashar al Assad se incluye en la historia de largos mandatos que han tenido grandes líderes históricos revolucionarios, que han conducido al país en circunstancias muy duras y difíciles por lo que han tenido un apoyo popular muy sólido”
Las elecciones reflejan la fortaleza de Siria
El domingo 19 de julio de este año se han celebrado las elecciones parlamentarias a la Asamblea del Pueblo en Siria. Son las quintas votaciones que se celebran desde que empezó la guerra de injerencia contra Siria en 2011 tras el Referéndum para la aprobación de la nueva Constitución en 2012, las dos elecciones parlamentarias previas de 2012 y 2016, las elecciones presidenciales de 2014 y las elecciones municipales de 2018.
Los procesos electorales han sido un frente más en la lucha de Siria por la defensa de su soberanía, como instrumentos de participación y de implicación popular en los cambios políticos y económicos requeridos, en la gestión económica, social, política y militar de una sociedad en guerra, acosada por grandes potencias imperialistas, sus lacayos terroristas y sus colaboradores internos.
Y estas elecciones han sido una victoria más en esa lucha, una victoria importante, un paso más en el proceso de autodeterminación del pueblo sirio, hacia la normalización y la paz, hacia la neutralización y expulsión de las potencias y fuerzas injerencistas, hacia una solución política al conflicto, hacia una solución impulsada y consensuada por los propios sirios, fuera de los manejos e intereses exteriores, mostrando su firmeza e impermeabilidad ante el ruido y las gigantescas presiones políticas y mediáticas del exterior.
Se producen en el contexto de una nueva fase de la guerra de acoso, que, tras la práctica victoria militar contra las fuerzas agresoras y la recuperación del 70% del territorio, adquiere ahora la forma de una guerra económica cruel para impedir la reconstrucción del país, y que añadiéndose a los devastadores efectos destructores de la guerra sobre la economía e infraestructuras del país, de la pandemia del Covid-19, el robo de su petróleo y sus recursos y la quema del trigo y de los campos, busca el aislamiento, la asfixia, el empobrecimiento generalizado de la población y la ruina del país mediante nuevas sanciones y la denominada Ley Cesar, que trata de sancionar cualquier actividad comercial internacional que permita suministrar lo necesario a Siria o que permita exportar los productos sirios.
Tras 9 años de guerra, el nuevo desafío ante el que se enfrenta Siria es imponente.
Pero si ha logrado una victoria militar frente a poderosísimos enemigos, gracias por supuesto al apoyo de los incondicionales aliados de Rusia, China, Irán y Hezbola,también logrará la victoria en esta nueva batalla porque sigue contando con su propia Determinación y el apoyo de sus aliados.
Si bien parece claro que ha ganado ampliamente la lista de Unidad Nacional de coalición del Baaz con otros nueve partidos (desde el Partido Social Nacional Sirio, el Partido Comunista de Bagdash, pasando por diversas fuerzas nasseristas y socialistas) todo apunta a que ha habido una gran presencia de independientes y de representantes de las nuevas fuerzas vivas de Siria, con muchos candidatos jóvenes que no pertenecen a las élites tradicionales sino a la transformación radical experimentada por Siria durante estos 9 años de guerra. También han participado importantes fuerzas de la oposición como el nuevo partido El Camino para el Cambio Pacífico, el Partido Voluntad Popular y otros, algunos de los cuales participaron hace unos años en el opositor Frente para el Cambio y la Liberación.
La oposición del exterior ha tenido una incidencia prácticamente nula en el seno de Siria. Y la oposición antisistema, tampoco parece que haya tenido mucho peso, teniendo que recurrir al apoyo indirecto a ciertas candidaturas o personas o a la abstención.
El presidente al Assad y su esposa Asma votan en las elecciones para la Asamblea del Pueblo
Es de destacar el hecho que de los 250 escaños en litigio, 127, más de la mitad, están destinados a representantes de la clase obrera y campesinos y 123, a representantes de profesiones liberales, empresarios y otros sectores. Es decir, que se mantiene un contenido socialista y de izquierda claro en el Estado sirio y en sus instituciones.
La sociedad siria ha experimentado transformaciones muy importantes en estos años, mucha gente ha tenido que desplazarse y cambiar de profesión o actividad y hábitos, y hoy hay una nueva clase empresarial, muy dinámica, distinta de la tradicional, que ha tenido que bandearse en circunstancias de guerra y de sanciones. Así que parece que en las listas ha habido una presencia amplia de sectores nuevos, de líderes sociales ajenos a partidos, periodistas e intelectuales leales al Estado a pesar de las presiones sufridas, representantes de sindicatos obreros y campesinos, de los nuevos industriales y comerciantes, de las estructuras de poder informales que hay en Siria y que han jugado un papel importante en la crisis de estos años –mujtars, líderes religiosos y tribales-, y de la mujer cuyo peso social se ha ampliado entre otras cosas por las decenas de miles de viudas que tienen que hacerse cargo de las familias.
Hoy todos estos sectores, son muy conscientes –como se ha visto en la campaña electoral- de que una de las principales luchas pendientes es la económica, la lucha contra la corrupción, por estabilizar la lira siria devaluada, por hacer frente a las sanciones, por impulsar la economía y la producción y por elevar el nivel de vida de la gente, en un contexto de transparencia, de debate y de actitudes positivas, lejos de las dinámicas sectarias que han alimentado la guerra creada desde el exterior.
Las intoxicaciones de los medios, también en el contexto de las elecciones sirias
La primera cuestión que llama la atención es la poca atención y espacio dedicado a las elecciones sirias, en consonancia con la política de ninguneo y marginación de todo lo que venga de las instituciones sirias. Es el caso por ejemplo de El Correo (del grupo Vocento) o de El País. En este último por ejemplo, se le dedicó una pequeña columna de 30 o 40 líneas, un sexto de la página editorial, titulada “Dictadura interminable”, con una mentira al menos por línea, todo veneno intoxicador concentrado, un artículo realmente bochornoso, ignominioso y nauseabundo recurriendo a los mantras e intoxicaciones habituales, a casi todo menos a las elecciones. Desmontar todas las mentiras y barbaridades del artículo nos llevaría muy lejos, fuera de los límites de este artículo sobre las elecciones.
Los titulares y referencias sobre la situación de crisis en Siria son del estilo “Siria elige Parlamento en un país devastado por la guerra y la crisis”, con la “economía en caída libre”, en “pleno marasmo económico” (GARA), o “Los sirios votan sumidos en una grave crisis y entre denuncias de la oposición” o “Bashar el-Assad comienza su tercera década al frente de una Siria rota” (El Correo), sin hacer la más mínima referencia a las causas y a los causantes de tal situación, como que lo que está viviendo Siria fuera consecuencia de la política practicada por el Gobierno sirio y por al Assad en concreto, o algo que “se lo ha buscado” por enfrentarse a la “supuesta revolución democrática”.
Es decir obviando el papel determinante de las potencias occidentales (EEUU, Francia, Gran Bretaña, Israel, Alemania y sus satélites Turquia, Arabia Saudita, Qatar y Emiratos Arabes Unidos) en la creación de una guerra brutal, de auténtica “destrucción masiva”, por medio de la utilización a gran escala de armas, medios económicos, entrenamiento e inteligencia a través de legiones de terroristas rebanacuellos, que han llevado a Siria al terror y a la muerte de 500.000 personas y a la destrucción de gran parte de sus infraestructuras.
Y los medios han obviado también que en Siria no ha habido ninguna revolución democrática sino una bárbara guerra de acoso y derribo contra un país independiente, progresista y solidario. A todo lo cual hay que añadir, que tras una guerra militar feroz que la han perdido las potencias imperialistas, ahora, en su odio infinito, han lanzado una guerra económica en la que además de robar su petróleo y recursos, quemar los campos y el trigo, y tratar de fraccionar el país, impiden mediante sanciones criminales el que puedan dotarse de los medicamentos e instrumental necesario para hacer frente a la pandemia, buscando el que no tengan acceso a los medios de subsistencia y recursos imprescindibles, con el objetivo claro de destruir su economía y conducirlos al hambre y a la miseria. Todas estas sanciones se añaden a lo dicho anteriormente, pero también a una pandemia con efectos económicos devastadores por la paralización de la economía que ha supuesto, más en una situación de guerra, a los efectos añadidos de la crisis económica y financiera del Líbano –creada por los EEUU- que ha tenido muchas repercusiones negativas en Siria por la ósmosis de las economías de ambos países, a la no circulación de muchos medios económicos que fluían desde el exterior a la oposición en la situación de guerra que se ha vivido pero que ya ha prácticamente acabado y a la introducción de la demanda suplementaria de un millón de desplazados que han vuelto a Siria a la que la muy frágil economía productiva siria no puede responder adecuadamente de momento.
Un vehículo militar estadounidense en un campo petrolífero en Al-Qamishli, noreste de Siria, 26 octubre de 2019.
La denuncia de fraude en las elecciones, en estas y en todas, como ha sucedido en Bolivia con respecto a Evo Morales y en tantos lugares, es parte del protocolo y del manual de acción terrorista por deslegitimar y desprestigiar la lucha por la soberanía de los pueblos por parte de quienes adoptan por estrategia el terror, las matanzas, la barbarie y los golpes de Estado, y de quienes son los auténticos enemigos de la democracia y de sus cómplices, los medios intoxicadores.
Tanto El País como sobre todo GARA insisten –por enésima vez- que Bashar al Assad lleva 20 años en el poder de los cuales 9 en guerra. Habría que recordarles a estos medios, que si bien toda una serie de dictadores han durado mucho en el poder, no es el caso de Bashar al Assad, que ha demostrado muy repetidamente un enorme apoyo de masas en manifestaciones gigantescas de apoyo de más de un millón de personas en condiciones adversas de gran acoso y amenazas, en apoyos masivos en las diversas elecciones habidas en Siria y en el reconocimiento de ese apoyo por múltiples periodistas, corresponsales y encuestas, incluida una realizada por la propia CIA. El caso de Bashar al Assad se incluye en la historia de largos mandatos que han tenido grandes líderes históricos revolucionarios, que han conducido al país en circunstancias muy duras y difíciles por lo que han tenido un apoyo popular muy sólido: es el caso por ejemplo de Fidel Castro que estuvo 49 años en el poder, de Ali Jameini en Iran, 38 años, Tito en Yugoslavia, 36 años, Mao Tse Tung, 26 años, Ho Chi Ming en Viet Nam del norte, 24 años e incluso dirigentes burgueses carismáticos como Adenauer que estuvo 14 años en el poder o la misma Angela Merkel que lleva ya 15 años en el poder y sigue todavía.
Otro de los argumentos recurrentes utilizados por los medios intoxicadores es el de que “se estima que un tercio de la población se encuentra en el exilio y otro tanto en zonas que escapan aún al control del Gobierno” o de que “con la mayoría de la oposición en el exilio o en territorio fuera del control del gobierno, no había dudas de otro triunfo del partido Baaz” (GARA) o insinuando lo mismo el de que “la mitad de los 23 millones de habitantes del país se han visto obligados a abandonar sus hogares” (El Correo).
La cuestión de los desplazados –que no refugiados- internos como externos, es efectivamente un gran problema. Pero es un problema, surgido una vez más, como consecuencia directa del terror y la guerra creadas por el imperialismo y sus siervos terroristas, que han aterrorizado con sus políticas sectarias y criminales a las minorías religiosas, y a todos los que fueran leales al Estado o no comulgaran con ellos obligando al ejército sirio y sus aliados a una inevitable confrontación con el terrorismo para la salvaguarda de la soberanía y libertad del país. Por los datos que hay, hay muy pocos refugiados sirios en el exterior, son muy pocos los que han pedido asilo político por una supuesta persecución por parte del gobierno sirio.
La mayor parte están escapándose de una situación de guerra y de terror. Y hay que decir por otra parte, que muchos han tenido que atravesar situaciones muy penosas, a cuenta de las mafias que les han transportado a precio de oro a las costas europeas cuando no han sido abandonados en alta mar teniendo que enfrentarse al egoísmo, insolidaridad y racismo de muchos países europeos, que se han ido peloteando unos a otros sus responsabilidades ante la gravedad del problema.
Pero al mismo tiempo los desplazados están siendo en muchos casos utilizados como rehenes de la política asesina de la UE y potencias occidentales contra Siria. El imperialismo con EEUU a la cabeza, ha fomentado y fomenta la política de emigración como arma de guerra, tratando de vaciar el país demográficamente y sobre todo de cuadros y de personal cualificado, como una forma más de guerra y de debilitamiento del país. En unos casos, como el de Alemania han incentivado la emigración a su país, porque están necesitados de manos de obra. En otros, como el de Turquía, han actuado como muro de contención en grandes campamentos de las oleadas de emigrantes que se dirigían a Europa para que se queden en Turquía y no “sobrecarguen” a Europa, a cambio de miles de millones de euros y de trapicheos políticos –promesa de favorecer su integración en la UE…-. Turquía además, utiliza o pretende utilizar a los emigrantes como arma contra Siria para ocupar demográficamente bajo su control las zonas de Siria fronterizas con Turquía en su política antikurda y antisiria o como arma arrojadiza contra la UE amenazando con “soltar 3 millones de emigrados” hacia Europa si no aprueban y apoyan su política expansionista en el norte de Siria. Asimismo, la política de las potencias occidentales es dificultar o impedir el regreso de los emigrados sirios a su país natal, poniendo toda clase de obstáculos y dificultades, a pesar de que se ha producido una situación de relativa normalidad en el país y de que el gobierno sirio está realizando grandes esfuerzos para que los emigrados sirios puedan volver a Siria y recuperar sus viviendas y su vida. De hecho ya han vuelto del orden del millón de sirios pero la intención es que se produzca una vuelta generalizada.
Por tanto decir que los emigrados sirios son todos de la oposición es una gran mentira. Los hay y los habrá vinculados al terrorismo, pero la gran mayoría, es partidaria del Estado, con mayor o menor devoción, pero enemiga en todo caso del terrorismo y del sectarismo religioso. Se demostró cuando las elecciones presidenciales de 2014, con las grandes colas de sirios que se formaron para votar en los países que lo permitieron.
Porque sucedió que los países que han impulsado la guerra contra Siria, como Francia, Reino Unido, Turquia, Alemania, Jordania, Bélgica, Canadá, EEUU, Arabia Saudita, Qatar y EAU entre otros, impidieron votar a los sirios.
De los algo más de de 23 millones de sirios, 19 millones son mayores de edad y por lo tanto tienen derecho a voto. Ahora bien, de acuerdo a la Ley electoral siria, en las únicas elecciones en las que pueden votar los sirios que se encuentran en el extranjero es en las presidenciales, así ocurrió, por ejemplo en las presidenciales de 2014. Esta ley es anterior a la crisis y se parece a la de otros muchos estados, por ejemplo a los de una mayoría de estados latinoamericanos. La razón de que solo pueden votar en las presidenciales es que esos comicios se hacen con circunscripción electoral única. En las legislativas y municipales se vota por circunscripciones. Países pobres como Siria tienen muy difícil implantar un sistema de voto por correo u otras fórmulas para esos comicios que son de mayor complejidad que las presidenciales, entre otras cosas porque en Siria en las legislativas hay listas A (candidatos de partidos o independientes que representan a trabajadores y campesinos) y listas B (que representan a intelectuales, profesores, profesionales liberales y empresarios) y luego papeletas con el nombre de otros candidatos independientes que no quieren ir en listas de partido.
Ello hace muy difícil poder hacer las elecciones por correo o a través de las embajadas que Siria tiene en el mundo (no muchas; podría ocurrir, además, que como pasó en las presidenciales, en algunos países las autoridades de los mismos bloquearan el acceso a las embajadas).
En cuanto a las cifras, en la actualidad hay estimaciones diferentes de cuantos sirios viven fuera. Según algunas estimaciones viven cuatro millones y según otras seis millones. En cualquier caso, dado que la Ley electoral les impide votar a no ser que vuelvan a Siria a votar, lo cual es muy complicado por los gastos que implica, por las restricciones de la pandemia y las restricciones de movilidad que pudieran tener por los estados anfitriones, son votos que hay que descontar del cómputo de los posibles votantes. Si fueran 6 millones los votantes teóricos fuera, habría que restar de los 19 millones esos 6 millones (o los que fueran, habrá que ver si aparecen datos oficiales concretos), a la hora de contabilizar el total de votantes posibles reales.
Lideres tribales sirios llaman a la expulsión de los ocupantes estadounidenses y turcos de Siria, julio 2020.
Y otro tanto podemos decir, respecto de la población que vive en zonas fuera del control del Estado sirio. No sabemos cuánto puede ser esa población, si 2 o 3 millones. Que también habría que descontar de los 19 millones de votantes teóricos. Lo cual podría reducir a 10, 11 o 12 millones el número de votantes posibles reales. Si los que han votado han sido alrededor de 6 millones las tasas de participación habría que calcular en función de los votantes posibles reales, de manera que tendríamos tasas del 6/10, 6/11 o 6/12 en tanto por cien.
Evidentemente el dato que ha salido de que la tasa de participación ha sido del 33%, comparando los 6 millones de votos con el total de personas en edad de votar, 19 millones, 6/19, no representa la realidad ni mucho menos, quedando muy infraestimada la participación.
Por otra parte, todos los desplazados internos han tenido la ocasión y la manera de participar en las elecciones, estén donde estén, con sistemas que impiden la posibilidad de una doble votación. En la zona de Idlib, la gente de la zona liberada de Idlib, del 40 % del territorio liberado de Idlib ha podido votar. Igualmente lo ha podido hacer la gente de la zona también recientemente liberada de la Ghouta Oriental. No así la gente que vive en las zonas controladas por Al Qaeda o los turcos en Idlib o el norte de Siria. En el este del Éufrates, la zona sometida a los norteamericanos y sus marionetas del FDS, en teoría no podían votar. Pero se ha visto que un sector de población, al menos de la provincia de Hasaka, ha votado en las elecciones sirias para disgusto de los norteamericanos y de las FDS. No sabemos muy bien cómo lo han podido hacer, aunque en la zona de Hasaka, hay una presencia de cierta importancia de funcionariado dependiente del Gobierno de Siria que cumple determinadas funciones estatales en la zona y quizá haya sido a través de ese medio. En cualquier caso, las constantes y crecientes protestas de la gente que habita en la zona Este del Éufrates contra la presencia de los norteamericanos y el papel negativo y colaboracionista de las FDS, hacen ver un estado de malestar en aumento que puede ir a más y que explica también la rebelión mediante los votos de un sector de la población en las actuales elecciones.
Autor
Economista y Analista Internacional especializado en Asía Occidental y Norte de África. Histórico militante antiimperialista vasco.
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