“Es obligación histórica de MORENA utilizar su próximo congreso para, como dijo el presidente: “definirse” políticamente y depurar al partido desde adentro”

    “La “polarización” de la política ha existido desde siempre y no es nociva por sí misma; lo negativo es que se le trate de esconder bajo un manto “ciudadano” inexistente”

    “La política “ciudadana” y “apartidista” es claramente sinónimo de políticas de derecha”

    “La “política sin políticos” sin duda beneficia al bando conservador (la derecha) para encubrir su agenda antipopular evitando llamar a las cosas por su nombre”

    El presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, afirma que en México solo existen dos tipos de ideologías representadas en los partidos políticos: liberales y conservadores, y causó controversia y el ardor de la banda opositora, cuando al referirse a ella preguntó respondió retóricamente: “¿Para qué tantos partidos si al final es uno? es el conservador”.  A pesar de que esta declaración es meramente simbólica y solo debe ser tomada en el contexto de la llamada “definición política”, el Presidente tocó de hecho un tema muy sensible e importante, no solo en general para el país y su ambiente político, sino hacia dentro de su propio partido MORENA, donde recientemente se han producido “indisciplinas”, o incluso y más gravemente, deserciones de figuras “importantes” por llamarlas de alguna forma.

    Esas declaraciones se dieron luego de que la senadora, Lilly Téllez, abandonase la bancada de MORENA para incorporarse inmediatamente al grupo de los senadores del partido de la derecha tradicional, el Partido Acción Nacional (PAN). Lo anterior no sorprende a nadie que conozca la ideología y carrera política de Lilly Téllez; lo que sí sorprende es que estos casos sigan ocurriendo en el seno del partido que lidera el gran frente por la cuarta transformación. La decisión de la exconductora de televisión demostró, además, la mentira que representan las llamadas “candidaturas independientes” o “ciudadanas”. Tales candidaturas no son ciudadanas, ni apolíticas ni mucho menos independientes. En el mejor de los casos este “camuflaje ciudadano” es utilizado para hacerse de candidaturas y puestos en el gobierno, y en el peor de los casos, son verdaderamente infiltraciones de elementos completamente contrarios a las ideologías de los partidos que abanderan estas candidaturas como en el caso de Téllez.

    Bajo esas condiciones las declaraciones de Obrador se hacen por demás relevantes atendiendo a ciertos puntos:

    El “momento de definiciones”, o sea, de quitarse las máscaras, debe entenderse como un anuncio a la cero tolerancia a esas actitudes ambiguas y de camuflaje político en el seno de la cuarta transformación.

    La “polarización” de la política en México, de la que continuamente se acusa a López Obrador, ha existido desde siempre y no es nociva por sí misma; lo negativo es que se le trate de esconder bajo un manto “ciudadano” inexistente.

    La política “ciudadana” y “apartidista” es claramente sinónimo de políticas de derecha, puesto que aún no se registra en México algún miembro del partido de la derecha que se descubra sea un comunista encubierto, así que por consiguiente…

    La “política sin políticos” sin duda beneficia al bando conservador (la derecha) para encubrir su agenda antipopular evitando llamar a las cosas por su nombre.

    La declaración del presidente, López Obrador, no se dirige entonces al pueblo en general, sino especialmente a la clase política nacional, y concretamente a los miembros de su partido, MORENA. La necesidad de marcar esa línea nace desde el origen mismo de este partido, pues fue creado como el instrumento electoral para llevar a López Obrador a la Presidencia de la República. Por lo tanto, la naturaleza de esta formación política fue siempre ecléctica y heterogénea como consecuencia de la necesidad de armar un frente amplio que asegurase no solo la victoria electoral, sino lo más importante, su reconocimiento oficial.

    Por otro lado, las concesiones y alianzas que se hicieron con sectores oportunistas para garantizar el respeto del voto en la coyuntura de 2018 ya no son las mismas. Por lo que MORENA tiene ahora la posibilidad, y la responsabilidad histórica, de entrar en un proceso de depuración de su militancia/dirigencia, y también de definir, reforzar y profundizar claramente su programa político como uno antineoliberal, patriota, latinoamericanista y enfocarlo aún más a la justicia social y al desarrollo de las fuerzas productivas que proporcionen al país una independencia económica sólida.

    Ese proyecto político no es una imposición de algún sector “radical” de izquierda ni mucho menos. Son las legítimas demandas que el pueblo de México exigió al entonces candidato López Obrador, y a las cuales él se comprometió a dar cumplimiento. Con todo y esto, podemos hablar de que en general, López Obrador ha sido consecuente con sus compromisos en lo que lleva de su mandato. Paradójicamente, considerando que la oposición política se encuentra gravemente mermada, sin cohesión y en franca decadencia, uno de los mayores peligros que enfrenta el programa comandado por el presidente se encuentra en las entrañas de su propio partido.

    Siendo ahora MORENA el partido con mayor fuerza en el país (como lo demuestran las encuestas) y el Presidente sigue gozando de inmensa popularidad, se hace innecesaria la tolerancia de estos elementos que claramente torpedean el programa político desde adentro, y que solo restan a la unidad del gran frente y entregan vitales armas a la reacción conservadora que no pierde tiempo para integrar a estar rémoras y arribistas políticos a sus filas desde el momento mismo en que se desenmascaran como lo que son,  traidores y meretrices de la más baja ralea . Es obligación histórica de MORENA utilizar su próximo congreso para, como dijo el presidente: “definirse” políticamente y depurar al partido desde adentro. De no ser así, será entonces la obligación del pueblo buscar una alternativa política que asegure la profundización de la transformación del país con dirección hacia la izquierda, la justicia y el mejoramiento social.

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    Docente de derecho constitucional en la Facultad de Derecho de la Universidad Fridrich-Schiller en Jena, Alemania. Miembro de la comisión de relaciones internacionales del Partido Popular Socialista de México.