“Todos los nodos que tiene la reforma, desde la eliminación de figuras fraudulentas hasta la nacionalización del litio, conducen a la búsqueda de la soberanía energética”
“Los monopolios son inherentes al sistema capitalista, surgieron una vez las fuerzas productivas tenían un avanzado nivel de desarrollo en países como Inglaterra y Francia y de forma más tardía y aguda en Estados Unidos, esta conformación de las empresas monopólicas es una de las características decisivas que determinan el salto que da el sistema capitalista hacia el imperialismo”
El control del mercado eléctrico mexicano se encuentra dividido en dos, por un lado, está la Comisión Federal de Electricidad (CFE), empresa paraestatal surgida en 1937 y por el otro, las empresas monopólicas de capital estadounidense y europeo.
Los monopolios son inherentes al sistema capitalista, surgieron una vez las fuerzas productivas tenían un avanzado nivel de desarrollo en países como Inglaterra y Francia y de forma más tardía y aguda en Estados Unidos, esta conformación de las empresas monopólicas es una de las características decisivas que determinan el salto que da el sistema capitalista hacia el imperialismo.
El monopolio, aquello que se pregona desde la economía neoclásica como una “falla del mercado” es un engendro del propio modo de producción, pues la libre competencia en su dinámica genera la concentración del capital en pocas empresas que terminan por controlar la producción.
Es la concentración de capital lo que origina a un monopolio, cuando una empresa que se dedica a producir una sola mercancía, en su desarrollo va acaparando otras áreas de la producción y termina controlando todo el proceso productivo.
En el caso de la electricidad en México las empresas monopólicas de capital español y estadounidense como Iberdrola, Acciona, AES Corporación y mexicano como Grupo México, pretenden controlar una parte de la industria eléctrica, sin contar con toda la estructura que necesitarían para controlar el proceso productivo eléctrico, pues todas ellas sólo cuentan con plantas de generación, hidroeléctricas o parques eólicos, pero la estructura que usan para transportar su electricidad es de la CFE.
Nos encontramos ante un fenómeno por el cual, por medio de concesiones a empresas monopólicas, durante el periodo neoliberal se les permitió adueñarse de una parte de la industria eléctrica, pero con el uso de la estructura de la empresa paraestatal mexicana. Ni siquiera estos monopolios tuvieron que desarrollar todos los procesos productivos que necesita la industria eléctrica para poder convertirse en competidoras de la CFE en el mercado, sino que se erigieron como competidoras contra la empresa que les otorga la infraestructura necesaria para la realización de su producción.
La iniciativa que recientemente lanzó el presidente mexicano Andrés Manuel López Obrador de devolverle la rectoría de la industria a la CFE con el 54 por ciento de la generación eléctrica y eliminando todos los beneficios que se le concedieron a las empresas monopólicas, es, sin lugar a duda, una decisiva misión en contra del imperialismo.
Una frase que constantemente repite el mandatario es la necesidad de crear un “piso parejo”, haciendo alusión a la libre competencia entre las generadoras eléctricas, además, la iniciativa de reformar las leyes mexicanas deja claro que la generación, producción y distribución de energía eléctrica por el gobierno, no representa un monopolio por ser esta un área estratégica.
Todos los nodos que tiene la reforma, desde la eliminación de figuras fraudulentas hasta la nacionalización del litio, conducen a la búsqueda de la soberanía energética, y aunque sólo sea una “búsqueda” y no un hecho terminado, el apoyo que debe existir hacia esta propuesta debe ser incondicional.
Por ser antiimperialista, por ser antimonopólica, por buscar la soberanía energética y con ello la soberanía nacional, porque va a beneficiar a la clase trabajadora con tarifas de luz bajas y por representar la dignidad del pueblo mexicano, desde México y en todos los rincones del mundo donde existan compañeros conscientes, apoyemos la reforma de López Obrador.
Autor
Economista y estudiante de la Maestría en Ciencias Políticas en la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla.
Militante del Movimiento Estudiantil Espartaco. Columnista en el Periódico Contracrítica. Colaboradora de La Iguana en su Piedra: programa de radio producido por el Movimiento Estudiantil Espartaco.
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