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El Negocio de Salud en EEUU: del Mercado ObamaCare al “Libre Mercado” de Trump

“¿Qué clase de libertad van a darte?” se preguntaba Pablo Milanés en su canción “Yo me quedo”. Sirva este artículo de ejemplo para mostrar algunas de las bondades de ese sistema que aunque todos critiquemos en mayor o menor medida se nos escapa día a día su derrota imbuidos por la propaganda que los que lo regentan y viven de él (y por ende de nosotros) diseñaron para sostenerlo.

Diez hospitales rurales han cerrado en Tennessee desde 2012; El décimo (Cumberland River Hospital) cerró este mes. Tennessee es el segundo estado en el país (detrás de Texas) en cierres de hospitales rurales en todo el estado desde 2010. El endeudamiento es generalmente la razón inmediata de estos cierres. Debido a que los hospitales son a menudo el principal empleador en los pueblos y condados rurales, tales cierres a menudo supone pérdidas importantes de empleos y por tanto el empobrecimiento de la población autóctona, y por supuesto la creación de desiertos de atención médica. El gobernador de Tennessee, Bill Lee, ha prometido invertir más dinero y experiencia del estado en hospitales rurales.” (…)

Pero, ¿qué causó esta situación?

El ObamaCare: el Estado para el Mercado

El “ObamaCare” u “ObamaCuidados” fue presentado a la opinión pública como una solución ante la aberrante situación de la sanidad en los EEUU, pero si profundizamos un poco y analizamos el discurso político más allá de la propaganda, veremos la necesidad de sostener a un mercado de salud que se había visto perjudicado por el empobrecimiento generalizado de la clase trabajadora estadounidense con la crisis económica y entenderemos por tanto un punto clave para comprender el ObamaCare.

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La Ley de Protección al Paciente y Cuidado de Salud Asequible se presentó en 2010, y exigía a la mayoría de los adultos no cubiertos por un plan de salud, ya sea proporcionado por sus empleadores o patrocinado por el gobierno, que mantengan una cobertura, arriesgándose en caso contrario a ser penalizados con una multa. Este tipo de exigencia es comúnmente llamada mandato individual. Quienes ganen por debajo del cuádruple del umbral de pobreza (US$92,200 al año para una familia compuesta por cuatro personas) recibirían por tanto créditos fiscales con el fin de subvencionar el pago del seguro de salud. Sin embargo por la estructura federal del país cada estado se guardaba la capacidad de determinar como sería implementada dicha ley.

Es decir, no es un sistema público de salud, ni un mandato para las aseguradoras millonarias que hacen negocio de la enfermedad en los Estados Unidos, sino un mandato a la población, eso sí subvencionado por el propio gobierno.

Volviendo a Tennessee, y utilizándolo como referencia aunque es extensible a varios Estados, el Mercado ObamaCare (como ya se conoce en el mundo de las aseguradoras) ha supuesto que la compañía de seguros más grande de Tennessee, BlueCross BlueShield of Tennessee, siga siendo la única opción en muchas áreas debido a que es la única que puede acogerse a las exigencias del Medicaid. Lo que ha provocado las quejas de otras compañías que siguen sin poder competir en el Mercado de Obamacare incluso en Nashville y Memphis, las dos ciudades más grandes del estado. Esto llevó a que  la comisionada del departamento, Julie Mix McPeak, dijera ya hace dos años que auguraba “un colapso muy cercano” debido a la falta de competencia.

No obstante, sería injusto no reconocer que facilitó la inclusión de 20 millones de personas en el sistema privado de salud y creó programas de protección específica como el Programa de seguro médico para niños o Children’s Health Insurance Program (CHIP). Este programa beneficiaría a 8 millones de niños, o personas que son demasiado jóvenes para pagar la asistencia médica. No obstante destacar, como podemos leer en la página oficial del programa que este servicio se aplicaba de la siguiente manera:  “Las visitas al médico y al dentista de rutina para “niños sanos” son gratuitas según CHIP. Pero puede haber copagos para otros servicios. Algunos estados cobran una prima mensual por la cobertura de CHIP. Los costos son diferentes en cada estado, pero no tendrá que pagar más del 5% de los ingresos de su familia durante el año.”

Es decir, aplicando la misma lógica que los seguros privados, esta cobertura estaría condicionada por la propia salud del paciente, que en el caso de estar enfermo (cuando más necesita esa cobertura) deberá realizar copagos extraordinarios como el que supone el 5% de los ingresos familiares anuales. Y no olvidemos que si no te adscribes a ningún seguro el mandato individual puede incluso penalizarte.

“Billionaires are getting paid, thanks to cuts from Medicaid!”: El TrumpCare

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Trump posa tras firmar una orden ejecutiva diseñada para “aliviar” a los ciudadanos ante algunos requisitos de Obamacare. MICHAEL REYNOLDS (EFE) | REUTERS-QUALITY

La Administración Trump llega determinada a acabar con el ObamaCare, lejos de lo que se puede pensar no es tanto una preocupación por garantizar el no acceso a los servicios médicos de la población, sino más bien arreglar el desajuste de competencia de Mercado que el ObamaCare había provocado. Sería infantil e ilógico pensar que los ataques constantes a la clase trabajadora fueran simple odio de clase; por el contrario todos sabemos que nuestras carencias, en este sistema, solo se traduce en ganancias para los que explotan. Y son esas ganancias las que están en juego. Por supuesto Trump usó las deficiencias del planteamiento del “mandato individual” a su favor… El magnate no paró de atacar a la Administración Obama acusando a esta medida de ser un ataque contra la “libertad individual”.

El diario El País, nada sospechoso de no defender los intereses del libre mercado dejaba claro en un artículo publicado el 17 de Octubre de 2017 la compleja situación que había provocado el Obamacare, destacando que “no ha logrado fomentar la competencia como se esperaba”:

“Obamacare, aprobada en 2010, impuso cambios estructurales al modelo sanitario y dio cobertura a 20 millones de personas que no la tenían. Creó un mercado de compra de seguros para el 7% de la población (21,8 millones) que no obtiene asistencia a través de sus empleos o el Gobierno. También expandió Medicaid, el programa público para ciudadanos con pocos recursos o discapacitados, y creó reglas que obligan a un mínimo de cobertura e impiden abusos. Sin embargo, no ha logrado fomentar la competencia como se esperaba y como resultado han subido los precios y ha caído la oferta de planes.” 

A Trump sus intentos de contrarreforma le salieron mal en el Congreso, porque cuando hablamos de negocios siempre hay múltiples intereses y ni siquiera logró contar con el apoyo de su propio partido. En efecto, la ayuda estatal recibida ha beneficiado a algunas compañías, claro que en detrimento de otras. Es este el principal motivo por el que no se ponen de acuerdo.

Sin embargo, el ala dura del Partido Republicano, ha conseguido finalmente arrinconar al Obamacare mediante otros recursos como la reforma fiscal, o el decreto para flexibilizar el Obamacare, que ayudó a la sentencia de un juez federal de Texas que lo acabó por declarar inconstitucional, aparándose en dicha reforma fiscal y en la inconsistencia del argumento del “mandato individual”. No olvidemos que la Reforma Fiscal supone, entre otras cosas, una rebaja impositiva del 21% para las grandes corporaciones, lo que a efectos prácticos puede conciliar los intereses de mercado que ya estaban en juego.

Las consecuencias humanas

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El desbarajuste de la guerra por asegurar a la multimillonaria industria de Salud en EEUU ha provocado como decía inicialmente el cierre de muchos hospitales, sobre todo en zonas rurales y del interior del país. Algunos habitantes rurales se ven obligados por tanto a viajar fuera de sus estados para recibir atención médica, lo que aumenta además del gasto la imposibilidad de una atención temprana, vital en muchos casos. Los servicios de maternidad son generalmente el primer tipo de atención que se descontinúa cuando un hospital rural está en problemas. De hecho, más de la mitad de todos los hospitales rurales de los Estados Unidos carecen de una sala de maternidad. En algunas áreas, la atención de maternidad es tan deficiente que los conductores de ambulancias están siendo capacitados como matronas.  Según los Centros para el Control de Enfermedades, la población rural tiene tasas de mortalidad más altas por enfermedades del corazón, cáncer, enfermedades respiratorias, accidentes cerebrovasculares y accidentes en general. Es decir, las urgencias que necesitan atención temprana. Además, la mortalidad infantil es un 20 por ciento más alta en los condados rurales que en los urbanos y en los Estados del interior. El desplazamiento hacia las zonas urbanas de otros estados además puede ser inútil a veces, porque una instalación en otro estado puede no aceptar la cobertura garantizada por el Medicaid, debido al monopolio que determinadas aseguradoras mantienen en cada estado.

En general, las personas en áreas rurales tienden a ser más enfermas y más pobres que aquellas que viven en áreas urbanas. Se podría argumentar que es inconcebible cerrar las instalaciones médicas en las comunidades donde más se necesitan, pero esta es la ley del mercado.

Como decía el líder demócrata del Senado, Chuck Schumer: “el decreto “disparará los costes” para las personas mayores o con condiciones médicas previas y “añadirá más caos” al mercado de salud.” No dejando de ser llamativo, una vez más, escuchar que en los debates políticos entre demócratas y republicanos acerca de la cuestión médica no olviden centrar sus esfuerzos en garantizar un mercado de salud sólido, sí, un “Mercado de Salud”; No por garantizar un derecho universal a sus ciudadanos, algo ausente en ambos discursos.

Dejemos que “el mercado siga regulándose solo” como decían los padres fundadores del capitalismo o con la ayuda de sus Estados…  En cualquier caso: El capitalismo no funciona, la vida es otra cosa.

Carmen Parejo 

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Directora Revista La Comuna

Estudió Filología Hispánica en la Universidad de Sevilla. Gestora cultural, escritora, poeta y analista internacional en distintos medios escritos o audiovisuales. Autora de la compilación poética “La Generación de la Sangre I” para Editorial Ultramarina Cartonera, a través de la Plataforma de Artistas Chilango-andaluza.

“Arquitecturas y Mantras” de la Editorial Bucéfalo fue su primer libro de poesía en solitario. A su vez, actualmente colabora en Hispan TV y otros medios internacionales en habla hispana analizando la actualidad política. Miembro de la Asociación Cultural Volver a Marx. Milita en Trabajadoras Andaluzas.