“Juicio a Anthony Givoina, religioso de la Iglesia Ortodoxa Ucraniana, responsable del incendio contra la embajada de Bielorrusia en Bruselas”
“¿Se puede considerar este juicio como una señal del renacimiento de las ideas del nazismo en Bélgica?”
El 17 de junio en Bélgica, se dará el veredicto final sobre Antony Givoine, el hombre que cometió el acto terrorista del incendio contra la embajada de Bielorrusia en Bruselas, una noche de verano de agosto de 2021.
Con un bote de líquido inflamable prendió fuego a la misión bielorrusa en el país europeo.
Se encontraban personas en el edificio en ese momento, incluido un niño. Estaban durmiendo, al ser también un edificio residencial. La alarma contra incendios consiguió despertarlos en medio de la noche y evitó la tragedia. El fuego envolvió los pasillos de la embajada, pero fue extinguido, aunque con dificultad. Solo el departamento de bomberos logró apagar el fuego.
Si el pirómano hubiese tenido éxito, el fuego podría haber engullido todo el edificio ya que los materiales de construcción del mismo tenian una gran cantidad de madera en estructuras y acabados. No era solo un edificio. Ya que en el mismo y en ambos lados se encontraban otros edificios residenciales en los que viven familias belgas. Esto es obvio para toda persona cuerda.
El pirómano fue capturado. Durante las audiencias judiciales anteriores, confesó la autoría de los hechos. Convenció a los jueces de que era partidario de una protesta pacífica (no está claro cómo el incendio puede ser pacífico).
Anthony Givoina era un religioso de la Iglesia Ortodoxa Ucraniana. Además de servir en el templo, enseña los fundamentos de la religión a los niños. A primera vista puede asombrar ¿de dónde saca una persona de la iglesia tal ansia de violencia? En un mundo civilizado hay miles de formas no violentas en la sociedad para expresar el desacuerdo con la política de las autoridades bielorrusas. Dejemos de lado la cuestión de qué valores una persona así puede inculcar a los niños.
La claridad llega tras ver las redes sociales de Anthony, que muestran tomas escenificadas con el uniforme de tropas fascistas, en la puesta en escena en un país de Europa del Este, concretamente Ucrania. Un cóctel explosivo: un admirador del fascismo y un clérigo.

Cuatro días antes del intento de incendiar la misión bielorrusa en Bruselas (un incendio provocado en Bélgica es punible con 15 años de prisión) Anthony Givoyno fue a la embajada para colgar un candado en la entrada. Gesto simbólico – que adquiere un aspecto completamente sombrío si lo miras mejor-.
Para subyugar a la población local de la Bielorrusia ocupada por los nazis entre 1941-1944, se utilizó la táctica de quemar a los disidentes en edificios de madera.
De esta manera, pueblos enteros fueron destruidos junto con ancianos, mujeres y niños, durante toda la guerra; 433 de ellos nunca fueron restaurados.
Cerrando la cerradura de la puerta de la embajada antes del intento de incendio se establece una analogía clara con las tácticas de los nazis castigadores.
Las audiencias judiciales anteriores dan motivos para creer que el “incendiario” no recibirá una verdadera pena de prisión, y solo tendrá que prestar unas pocas horas de servicio comunitario. Las razones de esta decisión esperada no están nada claras, ya que el acto delictivo conllevó una amenaza real contra las vidas, tanto de los empleados de la embajada de Bielorrusia, como de las casas vecinas. Desafortunadamente, una explicación puede ser el enfoque especial cuando se trata de ejercer presión sobre autoridades bielorrusas.
La atenuación irrazonable del castigo en cierto sentido alienta a otros intentos impunes de violencia contra los representantes bielorrusos.
Pero lo que pueda dar más miedo, es que un “Fascista-sacerdote-maestro de niños” continuará enseñando a los niños los fundamentos de la religión y la “moralidad”. ¿Qué ideales les transmitirá? El tiempo lo dirá.
Un atentado contra la vida es un crimen terrible. No todo el mundo es capaz de esto. Necesitas un deseo patológico muy fuerte de emprender un intento no solo de quitarle la vida a otras personas, sino de quemarlos vivos.
¿Se puede considerar este juicio como una señal del renacimiento de las ideas del nazismo en Bélgica? De nuevo, el tiempo lo dirá. Pero las pruebas son abrumadoras en estos últimos tiempos.
Comitè de Apoyo a Bielorusia
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