“El pueblo colombiano es una víctima directa de los mismos que quieren destruir la Venezuela soberana”
Estos días llegaba la noticia de cómo había habido unos altercados entre grupos irregulares armados colombianos y la Fuerza Armada Nacional Bolivariana en territorio venezolano. En concreto en el Estado de Apure, fronterizo con Colombia.
El narcoparamilitarismo de Duque ataca blancos civiles indefensos en Apure (SENIAT, Corpoelec) y huye hacia Colombia, donde se les protege.
Así quedó la camioneta de Corpoelec tras sufrir ataque con explosivos.
Se llama TERRORISMO, made in #Colombia.#24Mar @ONU_derechos pic.twitter.com/NzblOkZD8E
— ✽ Orlenys Ortiz 🍁🍃 (@OrlenysOV) March 24, 2021
Más allá de la evidencia de que la República Bolivariana de Venezuela tiene, no sólo el derecho, sino también el deber de combatir la criminalidad en su territorio. Este suceso también nos lleva a entender cómo el conflicto en Colombia, ese trágico país que han llenado de violencia durante décadas, también afecta allende de sus fronteras. El vínculo entre ambos países es total, por su propia historia, por su cercanía geográfica, pero también por su oposición geopolítica.
Mientras Venezuela, tras su proceso bolivariano triunfante y desde hace más de veinte años resiste soberana; Colombia, hoy por hoy, es su reverso.
La República de Colombia con sus bases estadounidenses que lejos de combatir el tráfico de drogas le han llevado al récord de esta actividad criminal (1), donde los procesos de paz fueron de parte y miles de ex combatientes y de líderes y de lideresas sociales mueren cada día (2), es además un país sin soberanía. Un país donde los intereses transnacionales y una oligarquía parasitaria de esos intereses se enriquece mientras la sangre de los colombianos y las colombianas se sigue derramando impunemente.
Llevo años acercándome a la realidad de Colombia y hay algo que me han repetido muchas veces: “Queremos paz con justicia social”. Y así es, los pueblos nunca mueren de hambre sino de humillación. Esa humillación que fue afortunadamente enfrentada por Chávez y el pueblo venezolano y que hoy enfrenta de nuevo ese pueblo liderado por Nicolás Maduro Moros.
“Vayanse al carajo yankis de mierda, que aquí hay un pueblo digno” gritaba el comandante Chávez en 2008 tras expulsar al embajador estadounidense de Venezuela en solidaridad con la hermana Bolivia (3). Y aunque les quiten todo, roben sus activos bancarios (4), bloqueen su desarrollo económico, levanten sanciones, traten de crear gobiernos paralelos o lleven la violencia a sus calles, Venezuela sigue siendo soberana y resiste a la agresión, a las agresiones. Unas agresiones que duran años y usan muchos disfraces.
En Colombia son muchas las personas que trabajan y que combaten de mil formas por conseguir su soberanía, su paz con justicia social, su derecho a ser libre como su vecina Venezuela. Mientras los traidores, esos parásitos de los intereses del gran capital internacional, buscan usar la no tan azarosa frontera que los separa para dividirlos, para ser ariete que pueda introducir en otros pueblos el mal que dejaron entrar en Colombia.