¿Por qué el miedo a la verdad? Porque un pueblo que no conoce su historia está condenado a repetirla.
“Como si la verdad fuera patrimonio de personas o instituciones; es un proceso de interacción social; por eso, quiénes solo perdonan son las familias y la sociedad, jamás los Estados o instituciones.”
Nacimos con la memoria de las muertes de los liberales Gaitanistas, nuestros padres perseguidos y desterrados por los conservadores: Ospina, Gómez, Olguín, Valencia, Pastrana, LLoreda; crecimos escuchando los discursos de Jorge Eliécer Gaitán, asesinado el 9 de abril de 1948; luego supimos que fue una conspiración de la CIA y alianza godo-liberal, a los que el mismo caudillo llamaba “cafres”.
En muchos lugares se alzaron en armas y se constituyeron guerrillas liberales, como Rafael Rangel en Santander, Guadalupe Salcedo en los llanos, en todo el territorio nacional se prendió la gran guerra que costó mas de 300 mil muertos, viudas, huérfanos, desterrados. Para el colmo, montaron al general Rojas Pinilla; luego el supuesto armisticio y que en 1957 culminó con la alianza del Frente Nacional de la oligarquía: Lleras, López, Santos, Turbay, más los godos, para repartirse la torta sin pelear, cada cuatro años.
En 1964 surgen las guerrillas populares y revolucionarias: FARC y ELN, esta última acompañada de un gran líder que tuvo la sabiduría y capacidad de juntar toda la izquierda, los demócratas y patriotas, el cura Camilo Torres Restrepo, sociólogo fundador de la Facultad en la Universidad Nacional, quien organizó el Frente Unido, ante la amenaza de asesinarlo, tuvo que clandestinizarse y alzarse en armas en sus filas, lastimosamente muere en combate el 15 de febrero de 1966 y se trunca por segunda vez esa posibilidad de disputar el poder a favor de los humildes.
El pacto oligárquico duró 16 años; terminó en 1970 ante el robo de las elecciones de 1970, cuando todos/as pensábamos que iba a cambiar la historia, truncaron otra vez la posibilidad. Al surgimiento de la mafia en los años 80 se puso la situación más complicada, bárbara y cruel, ahí murieron varios candidatos que fueron alternativa y luz para los de abajo: Jaime Pardo Leal, Bernardo Jaramillo, Carlos Pizarro, Luis Carlos Galán.
En la retoma del palacio de justicia el 5 de noviembre de 1985 en el gobierno de Belisario, a quiénes todos intuyen que las fuerzas militares le dieron golpe, para que no lo juzgue el M-19 que era su intención; a costa de la muerte de magistrados, civiles y guerrilleros, mas de 100 asesinatos y desaparecidos; el ingenuo presidente ha quedado impune en varios juicios, tiene un libro escrito que ha autorizado publicarlo después de su muerte; piensa llevarse la verdad a su tumba, como escusa y justificación a su responsabilidad. Como si la verdad fuera patrimonio de personas o instituciones; es un proceso de interacción social; por eso, quiénes solo perdonan son las familias y la sociedad, jamás los Estados o instituciones.
Lo más dantesco de nuestra historia fue la guerra de los carteles y luego contra el Estado, que terminaron aliados: Oligarquía y mafia, conformaron un Estado oligárquico y mafioso; mediante su figura: Unidad Nacional, para repartirse la mermelada, la torta, las instituciones, las elecciones y reelecciones, las gobernaciones y alcaldías, ampliaron el cubrimiento territorial con los paramilitares, mediante la figura de las “Convivir”, seguridad privada disfrazada, “lobos con piel de ovejas”. Para el control territorial y poblacional, ante el avance de la insurgencia y la unidad popular. Se dieron las más grandes masacres, como en el año 1988 que pasaron de 20.
Tuvieron y tienen el cinismo caciques regionales y nacionales con tropa y alianza con paramilitares: congresistas, alcaldes, gobernadores, fiscales, generales, director del DAS y presidentes, como Kiko Gómez en la Guajira, Odín Sánchez en el Chocó, Lorena Pineda, Rocío Arias y Zulema Jacquin en Córdoba, Hernando Molina Araujo y Álvaro Araujo en el César, Juan Carlos Martínez Sinisterra del Valle, Álvaro García en Sucre, Mario Uribe, Luis Alfredo Ramos, Álvaro Uribe en Antioquía; Luis Camilo Osorio siendo fiscal general, Rito Alejo del Río, Mauricio Santoyo, solo para ejemplo de los cientos de generales, Jorge Noguera director del DAS, más de 300 están en la cárcel (ver informe de la ONU año 2010). Recientemente el exgeneral de la policía Omar Eduardo Rojas, declaró en su libro: ”Ningún falso positivo se dió al azar”, que los “falsos positivos” o asesinatos extrajudiciales pasan de 10.000. Una guerra interna y fratricida que ha costado otros 200.000 muertos y más de 8.3 millones de víctimas. Todo por la ambición del poder, acumular capital y botines producto de la guerra sucia. Degradaron al guerra y el país se cansó, llevaron a un vacío institucional, descrédito, desconfianza, producto de la corrupción e impunidad.
Nos cansamos de los escándalos por robos, de los carteles hasta de la toga (corrupción de magistrados de las cortes), de los “anillos” abuso y acoso sexual en las fuerza militares y congresistas; de las amenazas, del terror y miedo, sobredimensionadas por las matrices comunicacionales de la radio y TV, de las narcotelenovelas. De los altos impuestos arbitrarios para la guerra y la corrupción, de la vida fácil del narcotráfico y las deformaciones de nuestros valores, al pretender imponernos el consumo de narcóticos y ser adictos; de las campañas electorales untadas de narcotráfico y que la registraduría legalice los fraudes. De la delincuencia incontrolable aliada a la policía y la seguridad privada. Nos cansamos de la guerra, no más servicio militar obligatorio, de que nos expropiaran de las tierras, que privatizaran nuestros derechos, como la salud, educación, transportes; todo lo público que es patrimonio nacional, se lo robaron; nos cansamos de la pobreza y miseria, de un Estado ausente para nuestros derechos, y solo está presente para cobrar impuestos, firmar contratos con las empresas multinacionales, judicializar a los líderes y reprimir protestas populares. Todo tiene su límite, como los resortes al estirarlo; estamos en un punto de transición al romper la historia de los cambios necesarios, de tener vida en paz, respeto y reconocimiento de ser ciudadanos con derecho, a elegir nuestro propio destino.
Los señores del poder, de los robos y la guerra quieren continuar con sus privilegios, sin reconocer su responsabilidad en la historia y quieren culpar a otros/as, es negar la verdad, que el país no tenga memoria. Acusan a otros de sus males, quieren aparecer como ángeles y lavarse las manos. Les da miedo de la verdad, temen que el país, la sociedad y el mundo sepan la verdad; ya algunos, han tenido que ser encarcelados, pero aún falta a los verdaderos culpables. Quieren seguir disfrutando sus robos y pagando casa por cárcel o irse al exterior como lo han hecho varios.
Cuantos valientes hombres y mujeres dejaron sus comodidades por hacer otro país mejor para todos: José Antonio Galán, Simón Bolívar, Policarpa Salavarrieta, Maria Cano, Jorge Elíercer Gaitán, Camilo Torres Restrepo, Jaime Pardo Leal, Carlos Pizarro, Bernardo Jaramillo, Luis Carlos Galán, Jaime Garzón, Eduardo Umaña Mendoza, sin temor lo hicieron de manera crítica, alzaron su voz por todos/as y se inmolaron, quedaron en la historia en defensa de nuestra dignidad.
No tenemos miedo a sus amenazas e intimidaciones, estamos transitando hacia el fin del conflicto, y el país recordará que en el 2017 las FARC depuso las armas mediante un acuerdo que no se ha cumplido y debe hacerse realidad, aún siguen asesinando líderes, son mas de 395 que han muerto desde 2016, Los paramilitares están activos en mas de 280 municipios y deben ser sometidos a la justicia ordinaria. El ELN continuará en la mesa impulsando la solución política y cumplimiento de los acuerdos, acompañando la participación de la sociedad y en sus luchas por las transformaciones necesarias para vivir en paz y equidad.
Las primeras jornadas electorales para presidencia el 27 de mayo fueron un primer pulso de otra realidad política, en la lucha por la paz, hacia el cambio y las transformaciones; el fracaso de la Unidad Nacional que en el pasado reciente eligió a Uribe y Santos, en cabeza de los partidos tradicionales. La emergencia de los pueblos originarios, movimientos sociales, junto a los demócratas, patriotas, juventudes, mujeres. Se volvieron a juntar los del miedo a la verdad, la élite narco-burguesa, los que pretenden seguir siendo los dueños del país en medio de la guerra y las amenazas. No tuvieron escrúpulos los corruptos para unirse. Los decentes y anticorrupción, los que están por la inversión social y sacar al país de la guerra se juntaron en alianzas y convergencias y se convirtieron en la amenaza de la disputa electoral por primera vez en la historia de éste país; seguros que si no han fraude, será la mejor propuesta que tiene la esperanza de las mayorías.
Eduardo Martínez Quiroz, médico y gestor de Paz.
Redacción La Comuna Bellevile Colombia.
Junio 13 de 2018.
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