Victoria agridulce del Chavismo en las elecciones regionales debido a la conquista por la oposición de la “media Luna” venezolana

Ayer se celebró la vigesimosegunda contienda electoral en dieciocho años de revolución bolivariana en Venezuela. Se trataba de escoger gobernadores de las 23 regiones denominadas “estados”. El chavismo logró ganar 18 mientras que 5 fueron para la oposición. Parece, a todas luces, una gran victoria del chavismo, que se hizo con el 78% de las gobernaciones alcanzando un apoyo total en votos superior al 54%. Se puede afirmar, por lo tanto, que de ese total histórico de 22 contiendas (Venezuela es, a todas luces, el país con más procesos electorales del mundo, con una media de una consulta cada diez meses), la revolución ha vencido en 20 de las mismas, es decir, en un 90%. Parece un escenario de fuerte solidez del proceso chavista pero, es necesario una perspectiva más amplia para comprender realmente la encrucijada en la que se encuentra el proceso bolivariano.

Chavismo

Cuadro de resultados.

Contexto de las elecciones regionales 2017.

El contexto creado por la mediática internacional, de unos días a esta parte, parecía acompañar de nuevo la matriz de opinión que trataban de crear diferentes actores internacionales de la contrarrevolución: Mientras el gobierno de Trump anunciaba su vigilancia especial preparando el camino para cantar fraude, le seguía la Unión Europea (con los gobiernos de España y Francia a la cabeza) en su denuncia preventiva. Incluso, la OEA, juramentaba el día anterior a un Tribunal Supremo de Justicia paralelo, dando el paso definitivo hacia la creación de una institucionalidad paralela al gobierno bolivariano desde Washington, calificado por el TSJ venezolano como un “intento de golpe judicial”.
Las acusaciones desde el norte, principalmente, se basaban en la decisión del poder electoral de reubicar a los votantes de aquellos 119 centros que ya tuvieron que ser modificados de última hora en las recientes elecciones a la Asamblea Nacional Constituyente al ser afectados por la violencia callejera opositora que intentó cercenar el derecho al voto de los venezolanos.
Para comprender más en profundidad el contexto en el que se llegaba a estas elecciones, recomendamos el artículo al respecto de MisionVerdad.com

La campaña y el devenir de la votación.
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Panorámica colas en Mérida.

Tras una campaña electoral algo atípica por su discreción y austeridad, en la que una vez más el chavismo abrumaba con una gran diferencia de participación en sus actos sobre los de la oposición, llegaba el 15 de octubre, el día indicado.
En las ciudades que tradicionalmente más violencia política se vive en las calles por parte de los grupos de encapuchados denominados como “resistencia”, es donde afectó la reubicación de los electores. Y es allí también donde no era difícil observar signos de preparativos de un escenario violento como neumáticos usados almacenados en puntos estratégicos (como es habitual en lugares donde se establecen barricadas) o se recibían cadenas de whatsapp de movimientos estudiantiles de ultraderecha llamando a prepararse para desconocer los resultados e, incluso, realizar protestas bajo el paraguas de algún motivo aparentemente ajeno como situaciones derivadas de irregularidades en el cobro de pasajes de autobús para los estudiantes. No era infrecuente tampoco encontrar en las redes sociales, los días previos, campañas por la abstención, el voto nulo o incluso el boicot activo del proceso electoral.
No obstante, durante el transcurrir del día, lo que predominaban eran largas colas en los centros y una muy buena organización para la movilización de electores por parte de los propios ciudadanos, de todas las sensibilidades políticas. Mientras, como ya comienza a ser habitual, el transporte público escaseaba sensiblemente. En los medios extranjeros de los países que tanto claman por la democracia en Venezuela, lo que se encontraba paradójicamente era el silencio informativo ante esta contienda electoral.
Y, finalmente, destacar que, a pesar de los llamados al boicot, apenas se contabilizaron irregularidades que siempre aparecen como alguien que trata desenchufar una máquina de votación, saboteos del sistema eléctrico de un centro electoral o algún opositor comiéndose la papeleta con la finalidad que no cuadren los números entre los votos electrónicos, el acta de votación y los propios comprobantes de papel depositados en urna. Ni siquiera los votos nulos fueron significativos.

Los resultados de la contienda.

Tras las numerosas experiencias electorales que acumula el proceso bolivariano, a pesar de que algunas encuestas siguen realizando encuestas “boca de urna”, ya nadie las cree y ni siquiera llegan a publicarse. Cuando alguna asoma por alguna red social, suele conllevar respuestas de lado y lado de “no hacerse eco de las mismas” ya que la credibilidad es ya nula. Durante la espera de los resultados, que finalmente se anunciaban a las diez de la noche (las urnas cierran a las seis excepto cuando quedan electores en la cola, que fue en muchos casos en esta ocasión), las calles reflejaban una normalidad de noche dominguera absoluta, casi extraordinaria para una jornada electoral. En un país en el que ante cualquier evento colectivo como este, o un evento deportivo se acostumbran a juntar los vecinos en las calles para hacer un seguimiento colectivo, más bien pareciera que todo el mundo había decidido seguirlo tranquilamente en sus casas. Aparentemente el ambiente electoral se había esfumado de la mayoría de las calles tras el cierre de las urnas.
Tras la transmisión del habitual balance del Ministro del Poder Popular para la Defensa proclamando la normalidad del “Plan República”, como se le llama al plan especial de seguridad en los centros electorales y alrededores, hacía presencia en las pantallas la presidenta del Poder Electoral (que es un poder independiente en Venezuela), Tibisay Lucena, probablemente la persona que más ha durado en un cargo público de esa envergadura en todo el tiempo del proceso revolucionario. Tibisay anunciaba los datos ya irreversibles de todos los estados excepto el Estado Bolívar, que por su complejidad geográfica (es selva en gran parte de su territorio) siempre demora un poco más.
El anuncio de los resultados, partía de la felicitación al pueblo por haber sido las elecciones regionales con la mayor participación de la historia, alcanzando el 62%.
Las caras de los dirigentes del chavismo entonces eran de felicidad absoluta, mientras que los opositores arrastraban una fuerte sensación de seriedad (asomando gestos que aparentaban más estar tramando algo que la tristeza esperable).

Chavismo

Oposición venezolana.

En clave territorial, los motivos para celebrar del chavismo principalmente devenían de la ansiada derrota de la oposición en dos de sus bastiones más importantes (que suponen el segundo y el tercer estado en número de electores): la Miranda de Capriles y el Estado Lara que estaba en manos de Henri Falcón, dos de los líderes más valorados de la oposición que perdían sus tradicionales feudos. Eso, aparentemente, aporta ciertas garantías de paz en Caracas y el centro del país.
Por contra, la oposición se hacía con los apetitosos estados de Anzoátegui y Zulia (principales reservas petroleras), junto a la también fronteriza Táchira (reina del contrabando con Colombia) y la ansiada Mérida (principal fuente de producción agrícola del país) junto a la isla de Margarita que conforma el Estado Nueva Esparta (clave en el comercio internacional marítimo con el Caribe).

Escenarios que se abren ahora.

El tono amargo para el chavismo viene precisamente de la conquista fronteriza de la oposición. La ya de por sí siempre delicada situación en dos de las fronteras más calientes de Latinoamérica (Zulia y Táchira), sumada al bastión cultural merideño (donde predomina la actividad universitaria), consolidan parte de los planes de conseguir lo que Chávez definió como la “media luna venezolana” clave para los planes otanistas de intervención internacional en Venezuela desde Colombia.

Chavismo.

Explicación sobre a qué se refiere la “Media luna” venezolana.


No obstante, la falta de celebración opositora la noche de ayer en estos estados clave, da qué pensar. Algo que se confirmaba en la mañana de hoy cuando los principales rostros de la oposición han salido a desconocer los resultados y a solicitar un recuento de todas las urnas, algo que Maduro, ya curtido en miles de batallitas de este tipo, ya había solicitado ayer tras el anuncio de los resultados.
Los próximos días, y especialmente la reacción en las calles, determinarán si los gobernadores opositores electos asumen su cargo (necesariamente juramentando ante su rechazada Asamblea Nacional Constituyente) o llevan al país a un nuevo escenario de violencia. Cabe destacar que presumiblemente en los próximos meses se desarrollará una nueva contienda electoral de tipo municipal debido a que en diciembre cumple el mandato de las actuales alcaldías (mayoritariamente también en manos del chavismo).
De ahí lo agridulce de los resultados para el chavismo, los dos escenarios más previsibles para las próximas semanas no terminan de descartar el escenario violento o, directamente, de intervención desde el extranjero (que convenientemente ya tiene reservada su partida presupuestaria para el próximo año en el mismísimo presupuesto de defensa de los omnipresentes Estados Unidos de América.
Amanecerá; y veremos.
Intíchurin Iskaywari.

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