“Crónica sobre nuestra detención en Palestina” Artículo de Juani Boto Garrido
El 26 de octubre, internacionales solidarios con la causa palestina y contra el ente criminal sionista participamos en una acción organizada por los Comités de Resistencia Popular de Palestina en el asentamiento sionista de Khalet Ahmad Al Maleh, cerca de la aldea palestina de Khirbet Tell El-Himma, en el Valle del Jordán.
Esta colonia es considerada ilegal por la misma organización criminal israelí, lo cual no implica absolutamente nada, puesto que gozan de la misma protección que cualquier otro asentamiento colono. Pero, más allá de las leyes del propio régimen o internacionales (que, por cierto, los sionistas violan flagrantemente a diario), el sujeto fascista de Israel está construido sobre la sangre de un pueblo y el expolio de sus tierras, y, por tanto, injusto y contrario a los derechos humanos.
En cualquier caso, conviene recordar que las leyes están hechas por quienes tienen el poder y defienden unos intereses determinados. Y, en este caso, las hacen quienes pretenden aniquilar, junto a sus aliados de parte de la comunidad internacional, a todo un pueblo sometiéndolos a un régimen de apartheid y genocidio.
Cerca de 200 personas, palestinas e internacionales, participamos en esta protesta para denunciar, de manera pacífica, que los colonos se asienten en tierras que no son suyas y reivindicar lo que por justicia pertenece al pueblo palestino. Se pretendía dejar claro que hay un pueblo que no se resigna a vivir bajo la ocupación, los crímenes y el expolio al que el yugo sionista lleva sometiendo 100 años cometiendo crímenes de lesa humanidad diariamente.
Pudimos presenciar la violencia con la que los colonos confrontaban, armados, por cierto, para intimidar a los/as manifestantes con la ayuda inestimable, como no, del ejército. Pero, a pesar de la represión militar, las/os compañeras/os se enfrentaron a ellos consiguiendo evitar la detención de un compañero palestino.

Quique, compañero de Unadikun, se abraza a un joven palestino para evitar que lo detengan
Ante la violencia ejercida por los militares, los cuales utilizaron bombas de gas* contra los manifestantes, las/os compañeras/os huyeron hacia aldeas cercanas y presenciaron cómo los militares hacían incursiones en viviendas y edificios públicos buscando reprimirlos.
*El armamento utilizado por el ejército puede causar dolencias durante meses o matar en caso de tener alguna enfermedad respiratoria o cardíaca.
Otro grupo compuesto por ocho internacionales, los conductores de los autobuses y periodistas palestinos/as nos quedamos en el lugar de la acción y nos vimos inmersos en una situación surrealista y humillante a partes iguales. Después de exigirnos los pasaportes, quedarse con ellos, amenazar a una compañera con un “si no nos cuentas lo que hacéis aquí por las buenas, lo harás por las malas”, nos mantuvieron un par de horas retenidos sin explicar el porqué. Mientras nos llegaban noticias a través de los periodistas de que íbamos a ser detenidos, se cruzaban delante de nuestras narices cada cierto tiempo coches militares y de policía.
Una clara estrategia de intimidación, puesto que en el lugar de la acción no quedaba nadie y tenían efectivos de sobra para continuar con nuestro secuestro. Tras más de dos horas de incertidumbre nos subieron al minibús con el que fuimos al asentamiento sionista y nos llevaron a una comandancia militar en otra colonia cercana.
Cuando llegamos estuvimos unos minutos dentro del bus y decidieron llevarnos a Ariel, una de las colonias más grandes de la zona. Cuando llegamos aparcaron el bus en la puerta de la comisaría de policía donde nos mantuvieron durante horas. Desde que subimos al bus estuvimos casi 7 horas encerrados/as allí sin beber agua, sin
poder ir al baño, sin aire y sin una explicación. En una clara vulneración de derechos, llega la Cónsul española y comienza a hablarnos en inglés porque le prohibieron hablarnos en castellano. Nos pregunta si queremos un/a
abogado/a, pero nos recomienda que declaremos sin él/ella porque ese día no iba a venir ninguno y tendríamos que pasar la noche en la comisaría hasta el día siguiente.
“Desde que subimos al bus estuvimos casi 7 horas encerrados/as allí sin beber agua, sin poder ir al baño, sin aire y sin una explicación.”
Obviamente, conociendo el percal, dijimos que no declarábamos sin un letrado, a lo que la policía contestó que “algo habríamos hecho”. En todo caso, por arte de magia apareció una abogada más tarde: para nada. Las leyes
sionistas prohíben la presencia de un/a abogado/a en la declaración, así que la presencia y trabajo de la jurista se limitó, prácticamente, a desearnos suerte; conforme vino se fue.
Estuvimos otro puñado de horas mientras nos tomaban declaración, en la que una militar de origen boliviano de 18 años hacía de traductora en el interrogatorio mientras se hacía selfis con el móvil. Tal que así. Mientras, en otra sala tenían encerrados a los palestinos.
Cuando todos/as habíamos declarado llega un israelí de una supuesta organización pro derechos humanos. Su función era la de firmar un aval dando la cara por nosotros/as, siendo sancionado si incumplíamos el compromiso que teníamos que firmar de abandonar “las zonas ocupadas”, refiriéndose a Cisjordania, en dos horas. Sí, también tienen la poca vergüenza de acusar de colonizadores a las víctimas de la ocupación sionista.
Ojo, este procedimiento administrativo para un hecho en el que no había delito. En caso de que hubieran entendido, o se les hubiera puesto en los genitales, que lo había, hubiéramos pasado de estar detenidos/as a arrestados/as, otra figura jurídica diferente en la que, de primeras, nos hubieran atado de piernas y manos con cadenas, tal y como pudimos presenciar.
En otro momento espero escribir, con más detalle, sobre cómo actúan impunemente para detener a los/as palestinos/as y el calvario que sufren cuando los tienen secuestrados/as. Tras 14 horas de secuestro fuimos liberados/as teniendo que abandonar las zonas de supuesto control palestino. Horas en las que, repito, estuvimos encerrados/as en un minibús durante 7 horas sin agua, sin poder ir al baño, sin aire y sin una explicación. Pudimos descansar pasadas las 5 de la madrugada.
Tras este hecho tuvimos conocimiento de que en los días siguientes los colonos hicieron controles civiles, armados hasta los dientes, buscando a las personas que participaron en la acción. Utilizaron las imágenes que grabaron mientras se producía la protesta para identificarlos.
Tenemos claro que con este hecho pretendieron dar un escarmiento a los/as internacionales que, sobre el terreno, mostramos nuestra solidaridad con el pueblo palestino. Hay una campaña israelí contra el apoyo internacional y han intentado negar el acceso a internacionales a pueblos palestinos en los que la presencia de estos es fuerte en la campaña de la recogida de aceituna. Se equivocan si piensan que por hechos así van a acabar con la solidaridad y las denuncias de sus crímenes.
Podría contar cien curiosidades más que rodean la situación, pero creo que lo importante está recogido. Porque, creo, era importante relatar qué pasó, pese a que no es más que una anécdota en la que los internacionales estamos en una situación de privilegio que en el caso del pueblo palestino se traduce en humillación, secuestro de días, semanas, meses, años, asesinatos y crímenes de todo tipo a diario.
“Los internacionales estamos en una situación de privilegio que en el caso del pueblo palestino se traduce en humillación, secuestro de días, semanas, meses, años, asesinatos y crímenes de todo tipo a diario.”
Aunque, lo más significativo, es la conclusión que sacamos tras la acción: les hizo mucho daño y, otra vez más, vieron que hay un pueblo que no se resigna y no les tiene miedo, pese a todo.
En otro orden de cosas, quiero agradecer a las personas que desde el Estado español, así como de otros lugares, denunciaron el hecho. Y pedirles, así como hicieron en nuestro caso, que sigan denunciando el genocidio y el apartheid que la organización criminal de Israel comete sobre el pueblo palestino y, además, utilicemos el BDS (Boicot, Desinversiones y Sanciones) como herramienta contra el régimen sionista.
Es de justicia que el pueblo palestino recupere lo que le pertenece y todos/as podemos empujar un poquito para que pase más pronto que tarde. Porque Palestina vencerá.
Viva Palestina libre.
Volveremos a Palestina a buscar aquello que nos hemos dejado en cada casa, en los campos de refugiados/as, con cada familia, con los/as militantes de la resistencia popular. (Con todo cariño a mis compañeros/as de brigada, a los/as demás internacionales y a nuestros/as amigos/as palestinos/as)
Juani Boto
Autor
Responsable de la coordinación técnica y audiovisual en Revista La Comuna
Operario de fábrica. Militando desde los 17 años. Socialismo o barbarie.
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